Policy Brief: Consideraciones psicosociales para la reparación integral de víctimas de violencia por agentes del Estado
4 de Chile, en colaboración con el Hospital Clínico y la Facultad de Medicina, pusieron a disposición de las víctimas de trauma ocular y dentomaxilar un programa de atención clínica integral gratuita (Rojas et al., 2022). Este programa se pudo implemen- tar pues se contaba con equipos profesionales especialistas en rehabilitación protésica ocular, rehabilitación visual y reha- bilitación dentomaxilar, el cual no sólo incluía tratamiento re- habilitador, sino también apoyo profesional en salud mental a través de la Clínica Psiquiátrica Universitaria (CPU). La inclusión de atención en salud mental se hizo teniendo en consideración que la evidencia científica describe que la violencia deliberada, ejercida por otro ser humano, constituye el trauma psicológico de mayor gravedad (Wainrib y Bloch, 1998). Al respecto, se debe considerar que las actuales guías de prác- ticas clínicas que orientan las recomendaciones para el trata- miento de este tipo de traumatismos (trauma ocular y dentario), sólo contemplan la atención de la dimensión física del trauma (MINSAL, 2009 y 2011), no abordando los aspectos psicológicos y sociales de este tipo de afecciones. Hasta ahora existe una limitada evidencia científica respecto de las consecuencias psicosociales de este tipo de trauma ocular y dentomaxilar. Una contribución importante al conocimiento de este problema son los hallazgos del proyecto FONIS “Iden- tificación de experiencias psicológicas frente al trauma maxi - lofacial y ocular en personas víctimas de violencia de agentes del Estado en el contexto de la movilización social en Chile el año 2019-2020”, financiado por ANID (proyecto SA20I0049). Sus resultados mostraron que la experiencia central de este tipo de evento es el trauma extremo (Chacana, 2024; Loyola, 2023; López, 2022), en el cual la persona percibe una amenaza vital que resulta sumamente desorganizadora en el funcionamiento cognitivo. Asimismo, los investigadores concluyen que la falta de garantías de justicia y de no repetición, desde el punto de vista psico-jurídico y político, son elementos que contribuyen a una vivencia traumática de esta situación. A nivel internacional se ha reportado que actos de violencia por parte del Estado se asocian al desarrollo de un trastorno de estrés postraumático y que las experiencias negativas durante la atención de salud se asocian a fenómenos de retraumatiza- ción. Al respecto, se ha reportado que las experiencias con los equipos de salud en este tipo de situaciones se configuran en cinco ejes temáticos: 1) invisibilidad, silencio y desconfianza; 2) actitudes negativas de parte de los proveedores de salud y falta de calidad en la atención en salud; 3) desempoderamiento; 4) evitación; y 5) satisfacción y gratitud. La mayor parte de estas experiencias se asocian a retraumatización, a excepción de la última, la cual constituye un recurso para prevenirla (Schippert et al., 2021). Cuando los equipos de salud no consideran el trauma psico- lógico experimentado, éste se profundiza, induciendo fenó- menos de revictimización y/o retraumatización, aumentando la probabilidad de desarrollar estrés postraumático a mediano y largo plazo (Schippert et al., 2021; Reeves, 2015). El modelo de retraumatización en salud de Dallam (2010) sugiere que la retraumatización es un proceso cíclico compuesto de cuatro subprocesos: 1) hipersensibilidad hacia las amenazas a la segu- ridad; 2) exposición a desencadenantes tanto sensoriales como relacionales; 3) reacciones de estrés postraumático y 4) afronta- miento evitativo. El modelo plantea que cuando se experimenta retraumatización, los pacientes tienden a evitar las futuras aten- ciones de salud. La retraumatización sería una respuesta a esta exposición de desencadenantes que activan una fuerte reacción emocional e intentos de afrontamientos destructivos (Dallam, 2010; Jennings, 1994). Esto se relaciona con las repercusiones psicológicas en perso- nas que han sufrido trauma ocular por diferentes causas, que incluyen una perturbación de la imagen corporal, acompañada de una pérdida de autonomía, generando este último un gran nivel de estrés y la mayor fuente de dificultad para el afectado (Pine et al., 2015). Por otra parte, las personas que han sufrido una desfiguración facial desarrollan dificultades significativas para ajustarse a su nueva situación con serios problemas psi- cológicos, experimentando un duelo que los puede llevar a una depresión (Pine et al., 2015). Un estudio sobre psico-morbilidad de personas con trauma ocular concluyó que presentan sintomatología asociada al es- trés postraumático (pesadillas, recuerdos) y evitan situaciones que pueden resultar similares al origen del trauma (Alexander et al., 2001). Lo mismo sucede con personas que han tenido que ser sometidas a la amputación de algún miembro de su cuerpo, quienes también presentan síntomas de estrés postrau- mático. Estas personas presentan cambios de comportamientos negativos, afectación de la imagen corporal, disminución de la autoestima y aumento del riesgo suicida (Simsek et al., 2020). Al respecto, existen reportes en Chile de cuatro casos de perso- nas con trauma ocular en el marco del estallido social que han incurrido en actos de suicidio (El Mostrador, 6 de julio de 2023), lo que intensifica la urgencia respecto a potenciar acciones de apoyo desde los tratamientos en salud mental de las víctimas. La aplicación de recomendaciones centradas en la construcción de relaciones de confianza y de un espacio de seguridad física y psicológica para los pacientes, resulta beneficiosa para la cali -
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