Nueva educación pública: evidencia para los desafíos de futuro

78 proveer educaci n a la poblaci n, igualándose en los hechos a privados y públicos en el suministro de este bien. Homogenizándose progresivamente la responsabilidad entre quienes imparten educación -públicos y privados- aislando su provisión de la fuente de financiamiento: los recursos públicos. Como expone Moulian (2002), ese proceso encarna el proyecto modernizador de sociedad impulsado desde 1980 por el neoliberalismo chileno, cuyo impacto fue de tal magnitud que hegemonizó el accionar de las corrientes de la izquierda socialdemócrata en las décadas siguientes (Garretón, 2024). Elloexplica que los gobiernos progresistas validaran el modelo neoliberal en educaci n sin alterar el sistema de subsidio en sus principios e instrumentos, incluso fortaleciendo en los hechos al cuasimercado: en 1993 se incorpora el financiamiento compartido (copago), robusteciendo a la educaci n privada subvencionada (Valenzuela, et al., 2014). Entonces, la política de financiamiento neoliberal se consolida con la inacción de la institucionalidad gubernamental en democracia que, tardíamente, comprende las consecuencias negativas de su prolongada y masiva aplicaci n. Dos efectos no buscados por las políticas de la Concertación y de gran relevancia política desde las protestas de 2006, renovadas a escala expandida por el estudiantado universitario en 2011, son la segregaci n social del sistema y la disminuci n de la matrícula de la educaci n municipal. Las dos dinámicas están interrelacionadas y son inseparables de la regulaci n de mercado del sistema en su conjunto, establecida en la década de los Ochenta y que las políticas del período 1990-2010 no neutralizaron (Cox 2012: 20). Entre las consecuencias del financiamiento compartido destaca que éste fue durante décadas una barrera adicional para la incorporaci n de los estudiantes más vulnerables a establecimientos privados-subsidiados, impulsando con fuerza la segregación y desigualdad social como resultantes “ naturales e inevitables ” del descreme social que generó (Gutiérrez y Carrasco; 2021; Holz, 2021). Proceso que - contra sensus - ha gozado de apoyo ciudadano, pese a sus negativas consecuencias sobre la equidad social. Esta situación segregativa comienza a revertirse gradualmente con la implementaci n el año 2009 del Subsidio Escolar Preferencial (SEP), que estimula incorporar dichos estudiantes a los establecimientos subsidiados (Mineduc, 2023a). A raíz de lo cual el sector público pierde gradualmente una de sus principales características históricas, a saber, atender a la población escolar más vulnerable. Al año 2022 las diferencias de cobertura de esa poblaci n entre los privados subvencionados y los públicos es menor al 6% a favor de este último (Minecuc, 2023a). En estos años se instala en nuestra sociedad la creencia en materia de resultados educativos, que la educación privada subvencionada es más efectiva que la pública, aunque tales diferencias desde lo pedagógico sean prácticamente irrelevantes (Hsieh y Urquiola, 2006; Bellei y Muñoz, 2021; Flores, 2020). El éxito del neoliberalismo en la educación chilena se sustenta en haber nutrido dicho mito, apoyándose en las bondades de la competencia, materializada como su causa basal: “ la libre elección de las escuelas por las familias ”, mediante la cual la sociedad chilena respalda el cambio cultural del posicionamiento relevante de la enseñanza privada en la elección educativa de las familias. También, la política de privatización considera dimensiones más allá de los subsidios y los cambios en el marco legal respectivo, incorpora criterios de gestión empresarial (nueva gestión pública), reproduciendo las lógicas privadas en el sistema público, e igualmente externaliza tareas y funciones públicas más propiamente pedagógicas, a saber: diseño y aplicaci n de las pruebas nacionales de logros de aprendizajes, y lo mismo respecto de los instrumentos de evaluaci n de los docentes de establecimientos subvencionados. De igual manera, funciones aún más sustantivas, originarias del Ministerio de Educación han sido privatizadas, como el apoyo técnico-pedagógico a las escuelas y la capacitación de directivos escolares, entre otras. Entonces, el nuevo sistema de educaci n pública (NEP) se instala tardíamente (2018), encontrándose en una frágil posición para sobrevivir y más para revertir muchas de las situaciones críticas que enfrenta tanto en lo conceptual y en lo operacional, incluyendo la dimensión financiera. Además, cuenta con un Ministerio de Educación debilitado en sus funciones claves.

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