Nueva educación pública: evidencia para los desafíos de futuro

68 Las evidencias acerca de la precarización y segregación que el actual sistema de financiamiento a la demanda genera en el circuito público de la educaci n nacional, desconociendo los contextos socioecon micos y su relaci n con aspectos de matrícula y asistencia, y la ausencia de una planificación con criterio pedag gico y educacional del presupuesto necesario para una buena educación pública, hablan de la urgencia de rediseñar este aspecto del sistema. Junto con este punto, las tensiones entre políticas educacionales que promueven principios y lógicas contradictorias entre sí han sido subrayadas por diversos/as investigadores/as y expertos/as del país (Mesa Interuniversitaria COVID-19, 2021). En particular, modificar el sistema de educación pública hacia un sentido participativo, contextualizado y diverso sin reconsiderar el Sistema de Aseguramiento de la Calidad, y en general las políticas de naturaleza gerencial propias de los sistemas de rendici n de cuentas de mercado (Falabella y De la Vega, 2016), pone en riesgo que el horizonte de sentido de la Nueva Educación Pública pueda llegar a las aulas. La evidencia nacional e internacional acerca de los efectos negativos de los sistemas de evaluación de altas consecuencias en el marco de la accountability de mercado, de los cuales nuestro país constituye un caso paradigmático, es muy contundente y de larga trayectoria (Shepard, 1992; Darling-Hammond y Rustique-Forrester, 2005; Berryhill, Linney y Fromewick, 2009; Martínez Rizo, 2009; Falabella 2016a, 2016b, 2019; Falabella y De la Vega, 2016; Meckes y Mena, 2019; UNESCO, 2017; Farvis y Hay, 2020; Au, 2022; entre muchas otras), así como lo es la falta de evidencia concluyente acerca de los beneficios de estos sistemas de evaluaci n, y de la l gica de mercado en general, para la educación (Supovitz, 2009; Joiko, 2012; Acosta, Garza y Hsu, 2020; Holloway, Sorensen y Verger, 2017). Parte de los efectos negativos detectados por la investigación nacional e internacional como, por ejemplo, las prácticas de segregación interna, la reducción curricular, la enseñanza para la prueba, la inhibición de la innovaci n pedag gica, el agobio de las comunidades y el empobrecimiento de la enseñanza y el aprendizaje, juegan en contra de principios centrales de la Nueva Educaci n Pública, como el aprendizaje integral, la contextualización, la inclusión y la diversificación. Pese a ello, los gestores de política y los medios insisten en invisibilizar esta evidencia y en sostener una política que resulta dañina para las escuelas, y que está en tensión con la visión de la educación que se quiere promover. En este sentido, la adecuada puesta en marcha del nuevo sistema de educación pública requiere de una revisión más amplia de las políticas que enmarcan la educación del país en general. Quisiera cerrar este capítulo retomando la importancia de la desmunicipalización como motivación central de la nueva política de educación pública, en un sentido de alejamiento de las medidas que el sistema de mercado impuesto en la dictadura cívico-militar instal en el país. La precarizaci n intencionada de la educaci n pública en el actual sistema se ha confirmado al observar las consecuencias de la administraci n municipal, y es esta la raíz de la que provienen los desafíos heredados por los SLEP, lo que revela la necesidad de revisión profunda de las bases que actualmente sostienen la educación pública nacional y de dar continuidad a los cambios en este sentido, con visión de largo plazo y altura de miras. La propia voz de los actores, como lo ilustra la siguiente cita de uno de nuestros informes del Consejo, confirma que esta es la dirección que se quiere seguir: “(…) gran parte de los actores coinciden en valorar positivamente el cambio asociado a la desmunicipalizaci n y la instalaci n de la NEP. (…) En este sentido, pese a las dificultades del proceso, hay un compromiso generalizado y una visión esperanzada y optimista de que en el largo plazo esto llevará a un necesario cambio de cultura y foco de la educación pública. Se considera también positivo el cambio hacia un liderazgo que se conceptualiza como más participativo, abierto y centrado en la confianza y en lo pedagógico, en comparación con las municipalidades.” (Consejo de Evaluaci n, 2021a, p. 27)

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