Nueva educación pública: evidencia para los desafíos de futuro

Capítulo 20: Tensiones entre las responsabilidades del ejercicio del cargo directivo y obstáculos para su desarrollo en el marco de la Nueva Educación Pública. 401 Condiciones para el cambio o mejora educativa Diversas investigaciones sugieren que tanto los líderes como los hacedores de política pública deben centrarse en crear estructuras y oportunidades que promuevan la mejora educativa (Hopkins, 2022; Hargraves y Fullan, 2015). Debido a su complejidad, este proceso requiere de la existencia de determinadas condiciones que permitan el desarrollo adecuado de las prácticas que propician los cambios positivos en las escuelas o los sistemas educativos. El concepto de condiciones para la mejora es confuso, porque se utiliza tanto para dar cuenta de los procesos y/o de las prácticas que son necesarias para generar transformaciones positivas en los procesos formativos de los estudiantes, como para dar cuenta de los requerimientos mínimos que permiten el desarrollo de esos procesos y prácticas. Desde la perspectiva de este trabajo, esta última la acepción que es más adecuada para hablar de condiciones, porque la primera refiere a la implementación misma de la mejora, es decir, a los procesos o prácticas que la involucran. Cuando se hace referencia a las condiciones, entonces, se alude a aquellas variables que deben estar presentes para que puedan desplegarse los diferentes procesos que están involucrados en la mejora educativa. Esto implica que las condiciones debieran ser provistas por el sistema educativo en general, en sus diferentes niveles, y/o por sus líderes o por el tipo de dinámicas, procesos o procedimientos que estos propicien o incentiven. La literatura permite identificar diferentes ámbitos que comprenden este tipo de condiciones para la mejora. Un primer ámbito refiere a la disponibilidad de recursos que permitan el quehacer de los actores educativos. Si bien son múltiples los recursos requeridos para poner en marcha procesos de mejora, estos pueden organizarse en tres grandes ámbitos: financiamiento, tiempos disponibles y capacidades. Ciertamente que más allá de los esfuerzos disponibles, la necesidad de financiamiento de ellos es fundamental para lograr que los procesos esperados puedan implementarse adecuadamente (UNESCO, 2025). Además, la puesta en práctica de procesos de mejora requiere del aseguramiento de la disponibilidad temporal para implementarlos. Ello ocurre en diferentes áreas de la mejora, por ejemplo, en el uso del tiempo de enseñanza, del tiempo no lectivo, de momentos para la ejecución de acciones orientadas al desarrollo profesional docente, o el ejercicio del liderazgo, entre otros ámbitos. (Montecinos y Uribe, 2016). Asimismo, otra condición fundamental que debe proveerse es la disponibilidad de capacidades individuales y colectivas de los actores e instituciones que participan de la gestión e implementación de los procesos de mejora. Particularmente relevantes son aquellas instancias que propicien el desarrollo profesional de los docentes y los líderes educativos (Myung, Krausen, Kimner y Donahue, 2020). Estrechamente relacionado con lo anterior, los procesos de mejora requieren de la existencia de condiciones de trabajo docente, las que se encuentran está íntimamente vinculadas a la satisfacción laboral y que, a su vez, tienen un efecto positivo en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes (Toropova, Myrberg y Johansson, 2021). La remuneración, aseguramiento de derechos y facilitación de la agencia y participación son algunas de las condiciones de trabajo docente que favorecen la mejora escolar (Bascia y Rottmann, 2011). Además de estas condiciones, hay otras que tienen que ver con las dinámicas de funcionamiento que propician los diferentes niveles del sistema educativo. Feldhoff y Radish (2016) destacan que, en este nivel, se requiere contar con políticas y formas de trabajo que implican una mirada longitudinal, entendiendo que la mejora requiere de tiempo. Asimismo, se necesita de una articulación virtuosa entre los diferentes niveles del sistema y una interacción recíproca entre ellos. Por cierto, también es menester que las políticas y programas que el sistema implementa cuenten con buenos diseños, validación pública y que hagan sentido a sus participantes (Hopkins, et. al, 2014; Adolfsson et. al, 2024). Finalmente, es relevante destacar la importancia del aseguramiento de la capacidad de respuesta y adaptaci n de las iniciativas del sistema a las características y necesidades de los diferentes contextos en los que los procesos de mejora operan (Askell y Koh, 2020).

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