Nueva educación pública: evidencia para los desafíos de futuro

320 y escolarizaci n de los niños, así como los resultados (o desempeño) que obtengan, dependerán del lugar dónde viven, del tipo de establecimiento al que asisten, del nivel de educaci n o escolaridad alcanzado por los padres, y del nivel de ingresos y situación laboral de estos. Esto hace evidente cómo el sistema educativo comienza a actuar como un reproductor de las inequidades presentes en la sociedad (Corvalán y Román, 2012; Tenti, 2011; Gajardo, 2012). A partir de lo anterior, los desafíos que asume hoy la NEP tienen que ver principalmente con esta deuda en el sistema educativo chileno: la mejora en la calidad de la educaci n pública y la consecuente reducci n de las brechas de aprendizaje, en donde la meta es alcanzar un sistema que se haga cargo efectivamente de la deuda de calidad educativa integral, lo que sería posible sólo si se garantizan para sus estudiantes trayectorias formativas que den respuesta a las necesidades vitales actuales y les entreguen herramientas para hacerse cargo de lo que el futuro les proponga (Dirección de Educación Pública [DEP], 2024). Se trata entonces, de conducir la educaci n en Chile, en todas sus modalidades, hacia un sistema que asegure inclusión, equidad y calidad, del cual el Estado debe ser garante. La Ley 21.040 (Mineduc, 2017), en su artículo 2 señala como los Fines de la Educación Pública los siguientes: ■ Desarrollo pleno de los estudiantes en coherencia con sus necesidades y características. ■ Formaci n integral de las personas (desarrollo espiritual, social, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico). ■ Desarrollo de la creatividad, la capacidad crítica, la participación ciudadana y los valores democráticos. Y esto lo debe realizar según su artículo 3, “velando por el respeto a las particularidades de cada nivel y modalidades educativas, considerando la integralidad, pluralidad y el apoyo constante a los estudiantes (…) considerando las particularidades locales y regionales” (Mineduc, 2017). En este sentido, la calidad integral se concibe como un proceso de mejora continua, para lo cual, el Sistema deberá implementar, asegurar y resguardar lo necesario para que los SLEP y sus establecimientos educacionales generen rutas de mejoramiento sostenido de los procesos educativos, entregando a sus estudiantes oportunidades propias de una educación de calidad e inclusiva. Aquí aparecen las dimensiones curricular y extracurricular, así como también la convivencia escolar, como elementos claves para la preparaci n de los estudiantes para la vida en sociedad, entendiendo esto como Calidad Integral tal como señala el artículo 5 de la Ley 21040, lo que no se entiende sin el desarrollo equitativo e igualdad de oportunidades de sus estudiantes, por medio de la ejecución de medidas de acción positiva orientadas “a evitar o compensar las consecuencias derivadas de las desigualdades de origen o condici n de los estudiantes (…) con el prop sito de que puedan desarrollar al máximo sus potencialidades” (Mineduc, 2017). Como queda en evidencia más arriba, a partir de la descripci n de la situaci n de la EMTP en el país, y del marco jurídico que da origen a la Nueva Educación Pública, emergen las brechas, desafíos y oportunidades o posibilidades para la EMTP en la NEP que se describen a continuación (Figuras 2 y 3).

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