Nueva educación pública: evidencia para los desafíos de futuro
312 La formación técnica a nivel global tiene una gran relevancia para el desarrollo de los países, en el fortalecimiento de la equidad, la productividad, sostenibilidad, la empleabilidad y la movilidad social (Ahumada et al ., 2024; UNESCO, 2024; Valiente et al ., 2020) lo que ha suscitado debates respecto de cuales son los enfoques y fines sociales que tiene esta formación. Para poder orientar la EMTP hacia una formación de calidad, equitativa e inclusiva que proporcione mejor educación y mayores oportunidades a sus estudiantes, es imperativo reconocer estos enfoques y orientar la labor tanto del nivel intermedio como de los Liceos TP hacia aquellos que potencien una FDTP que responda a sus necesidades actuales y contribuya a una educación más justa. Sobre todo por la persistencia de brechas en calidad, recursos, capacidades e inclusión en una proporción importante de quienes lideran Liceos TP (Centro de Innovación en Liderazgo Educativo [CILED], 2021). Enfoques sobre los fines de la EMTP Por muchos años, la EMTP ha estado en debates sobre desafíos pendientes de la educación chilena. A pesar de su relevancia, persisten limitaciones por superar para que sus estudiantes puedan desarrollarse integralmente (Romero, 2023). Respecto a su potencial, existe una importante discusión acerca de su valor/contribución social y sus fines, transitando entre enfoques extremos: una perspectiva tradicional -aumento de productividad de la fuerza de trabajo– (capital humano) y de desarrollo sostenible, en contraposición a un enfoque de desarrollo de capacidades más crítico y cercano a la justicia educacional (Obregón- Reyes, 2024a; Tikly, 2013; Mineduc-Unesco, 2018). Profundizando estos enfoques, el más extendido –no exento de críticas–, es la perspectiva del capital humano. Arellano y Donoso (2020), señalan que este presenta a las personas como un medio para el desarrollo econ mico, compitiendo en el mercado desde la meritocracia para lograr un desempeño determinado al nacer. Agregan que en Chile, la educación es uno de los mecanismos considerados para lograr la denominada movilidad social y una mejor calidad de vida. Sin embargo, el enfoque del Capital Humano no presta atención a expectativas y necesidades de las personas, más bien fomenta un individualismo con resultados cortoplacistas que, buscando retornos inmediatos, descuida el desarrollo de trayectorias de mediano y largo plazo. Reflexión sobre enfoques de la EMTP Este argumento releva que el enfoque de capacidades permitiría conjugar la dimensión capitalista con una visión de desarrollo como dignidad. Esta postura trasciende la idea ampliamente extendida y más convencional de la movilidad social por la que plantea Tikly (2013) de desarrollo de capacidades que contribuyan a mayor justicia educacional. McGrath et al. (2020) argumentan que las teorías y políticas convencionales para la FTP no funcionan porque no abordan adecuadamente ni espacios laborales actuales, ni crecimiento humano de personas y comunidades, ni tampoco transformaciones que estos experimentan por los desafíos del futuro próximo. Sostienen que, esta formación debe lograr una doble revolución: transformarse a sí misma en agente de cambio mayor hacia un desarrollo humano sostenible y sugieren que una respuesta teórica más atingente reside en el enfoque de capacidades críticas de la educación y formación profesionales. Un enfoque de capacidades desde una perspectiva de justicia educacional permite una visión más amplia de los fines de la FTP, la que no puede tener un único propósito, dada las múltiples capacidades de las personas; estos requieren desarrollarlas para poder ejercer su libertad y capacidad de acción, mediante acceso a información y oportunidades de participar en la FTP. El modo en que se defina la finalidad de esta formación, institucional y socialmente debe basarse en la evaluaci n agregada de necesidades de diferentes individuos y grupos, abarcando inevitablemente objetivos socioeconómicos y culturales en función del contexto (Tikly, 2013, p. 23). En este enfoque, el desarrollo económico está al servicio de las personas y no al contrario, lo que implica reconocerlas sin importar sus condiciones de origen desde la educación como derecho que tiene una responsabilidad social compartida por procesos y resultados; donde la FTP aumenta posibilidades para las personas reconociéndolas y entregándoles diferentes oportunidades para que no sean excluidas de los procesos formativos y puedan seguir aprendiendo a lo largo de la vida; este enfoque enriquece la condición humana sin negar las trayectorias (Arellano y Donoso, 2020).
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