Relación pedagógica y género en el acompañamiento y la dirección de tesis. Experiencias de doctorandas de la Universidad de Chile
Relación pedagógica y género en el acompañamiento y la dirección de tesis: Experiencias de doctorandas de la Universidad de Chile 35 Entonces, por ejemplo, yo siempre consideré la docencia como una vaina que jamás haría (...), pero el profe me empezó a dar la oportunidad o me empezó a endosar estudiantes y empecé a explorar esa parte que también me ha gustado ahora. (E1) Históricamente, la universidad ha sido un espacio público construido y orientado por y para varone s (Buquet Corleto et al., 2013; Peña Axt et al., 2023). La academia ha privilegiado formas de trabajo y relación asociadas a estereotipos masculinos, como competitividad, racionalidad abstracta, verticalidad, autonomía individual, distancia emocional y sentido de confianza, considerados rasgos “profesionales” u objetivo s (Lima et al., 2024; Sanhueza Díaz et al., 2020). En este contexto — y especialmente en disciplinas masculinizadas — la socialización académica puede ser determinante para las doctorandas, ya que las reglas y tradiciones del campo refuerzan un sentido de exclusión o extrañeza (Llorens et al., 2021). Convivir con estas dinámicas ha implicado una carga constante para las estudiantes: Es muy hostil. Mira, yo creo que es… son varias cosas. Primero que son pocas mujeres, somos muy pocas mujeres. Y. además, siento que el entorno es muy competitivo. (E3) En el claustro son todos hombres y a algunos de ellos, claro, les gusta ir un poco de…, o sea, se quieren hacer un poco los superiores. (E8) En este marco, las doctorandas también enfrenten sesgos de género y prácticas sexistas que pueden manifestarse en invisibilización o exclusión de los espacios académicos. En la relación con sus profesores/as guía, esto puede darse mediante una menor consideración para publicaciones, coautorías o invitación a conferencias en comparación con sus pares hombres (Hamilton et al., 2013). Este tipo de socialización da cuenta de lo que Lima et al., (2024) denominan el “ old boys club ”, dinámica de vinculación entre profesores y estudiantes varones que generan una cultura de marginalización de las mujeres a través de distintas prácticas cotidianas como el humor sexista. Así, en el proceso de socialización académica operan redes y saberes informales que, al desarrollarse principalmente entre varones, crean una cultura que, explícita o implícitamente, contribuye a la exclusión femenina. Por ello, el rol del/la guía es clave en la reproducción o la transformación de esta desigualdad de género a partir de sus acciones y omisiones, así como en el trato diferencial que pudiera dar a hombres y mujeres. En esta línea, las estudiantes identifican una relación más cercana entre profesores y estudiantes hombres, desarrollada bajo códigos de sociabilidad masculinizados, visibles en el tipo de bromas o el lenguaje empleado: Cuando yo entré a la maestría, él era muy cercano a los hombres que estaban [en el Programa], muy amigo en el trato. Ciertamente, hay diferencias, y si bien él conmigo es muy cercano, hay cosas como comentarios y chistes un poco… O sea, yo no te voy a decir que mi profe se manda comentarios de viejo verde ni nada de estas cosas (...), pero, a veces, sí hay chistes y cosas que hace con los hombres que con nosotras no hace. (E1) Hay un montón de dinámicas dentro del mundo académico que son súper varoniles y son complicadas: conversaciones, tallas, tratos. (E5)
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