Policy Brief - Derechos menstruales: hacia una política pública para la igualdad de género

4 Estas medidas requieren coordinación entre instituciones y compromiso sostenido para garantizar una salud menstrual digna, informada y equitativa. 2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA La menstruación es un proceso fisiológico que ha sido histórica - mente considerado por la sociedad como un hecho dotado de atributos negativos tales como “impuro” y “sucio”, que debe ser escondido por quienes lo viven. Este estigma genera vergüenza y lleva a invisibilizar las necesidades para gestionar la menstrua- ción, debiendo las mujeres resolverlas dentro del ámbito íntimo y privado como parte del mandato social. Esta visión estigmatizante perpetúa el silencio, dificulta la inclu - sión de las necesidades menstruales en agendas institucionales, limita la creación de entornos informados y respetuosos (Johns- ton-Robledo y Chrisler, 2020; Olson et al., 2022), y el abordaje integral que incorpore el derecho a la salud, la educación y la dignidad humana (Hennegan et al., 2016; Lillo, 2017). El impacto es multidimensional, tanto por la carga económica que representa la adquisición de insumos menstruales, como por la exclusión social y el estigma asociado. Estos efectos se intensifican en mujeres en situaciones de vulnerabilidad, como aquellas que viven en pobreza, en situación de calle, privadas de libertad, pertenecientes a comunidades rurales o indíge- nas, migrantes, refugiadas, así como niñas y adolescentes. La falta de acceso adecuado a productos de gestión menstrual, espacios higiénicos y educación puede derivar en infecciones, ansiedad, discriminación y ausentismo escolar o laboral, con- virtiéndose en un problema de salud pública y desigualdad de género (Hennegan et al., 2020; Fuentes et al., 2025). Esta situa- ción se agrava por la falta de reconocimiento institucional de la menstruación como una cuestión de justicia social y equidad de género. Las barreras económicas, problemas de distribución, infraestructura sanitaria insuficiente y la ausencia de educación basada en evidencia sobre el ciclo menstrual impiden que mu- chas personas vivan su menstruación de manera segura y digna. Como resultado, se ven obligadas a recurrir a métodos insegu- ros o improvisados, lo que aumenta los riesgos para su salud y contribuye a la inasistencia escolar y laboral, reforzando ciclos de exclusión y estigmatización. Un ejemplo de Esto es lo repor- tado en Brasil donde, el 5,84% de las niñas carece de acceso a agua potable, el 11,6% no tiene papel higiénico en las escuelas, y el 18% vive en hogares sin acceso a agua de la red general, mientras que el 37% de las niñas afrodescendientes enfrenta condiciones de saneamiento inadecuadas, reflejando una grave desigualdad que afecta su dignidad menstrual y bienestar (UN- FPA/UNICEF, 2021). Este conjunto de limitaciones se denomina "pobreza menstrual", ya que implica una vulneración sistemáti- ca de derechos básicos relacionados con la salud, la educación y la dignidad (Mann y Byrne, 2023). Desde la dimensión económica se evidencia una mayor carga financiera, no optativa, sobre las mujeres. El componente más frecuente es el gasto en productos de gestión menstrual, el que en promedio puede llegar a $132 mil anuales (SERNAC, 2023). En Chile, estos productos son gravados con impuestos al igual que todos los bienes de consumo, lo que aumenta la desigual- dad de ingresos ya existente. Otros componentes de carga financiera son los derivados por problemas de salud, ausentismo laboral y ausentismo o deser- ción escolar, lo que aumenta la brecha de educación y, en el lar- go plazo, se puede convertir en menos oportunidades laborales y menores ingresos (Mohd y Haque, 2024). La falta de higiene y educación menstrual no sólo tiene impli- cancias sociales y simbólicas, sino que representa un problema serio de salud pública. Puede desencadenar enfermedades pre- venibles, como infecciones urogenitales, dermatitis y complica- ciones del sistema reproductivo, además de contribuir al dete- rioro del bienestar físico y mental (Esan et al., 2024). Un punto de especial relevancia dentro de la educación menstrual radica en relevar la dismenorrea o dolor asociado a la menstruación, como un signo de alarma y no normalizarlo como parte del ciclo menstrual (Esan et al., 2024). Por otro lado, la ausencia o el uso prolongado de productos higiénicos para recolectar el sangrado menstrual puede predisponer a las personas mens- truantes a infecciones, estrés psicosocial y con esto a una dismi- nución significativa en sus actividades cotidianas. 3. ANTECEDENTES Y ANÁLISIS DE LA POLÍTICA PÚBLICA 1. Menstruación y sus implicancias en la salud y la parti- cipación social La menstruación es un proceso fisiológico que aún se encuen - tra envuelto en ideas erróneas y prejuicios, lo cual impacta de manera negativa en la salud física, mental y social de mujeres, adolescentes y niñas (Hennegan et al., 2020; Hennegan et al., 2021; UNICEF, 2021; Lillo, 2017). Investigaciones realizadas tanto en Asia, África como en Latinoamérica indican que la mens- truación tiene un efecto negativo en la asistencia escolar y el rendimiento académico de niñas y adolescentes. Esto se debe

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