Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Pedro Güell 96 produce un aumento correlativo en las posibilidades de signi- ficación y justificación de la acción (Olivier, 2024). Mostrar el carácter socialmente construido y arbitrario de la universalización de ciertos valores culturales y estéticos tiene efectos inevitables y, en principio, deseables: devuelve el protagonismo y dignidad a una amplísima gama de posibili- dades de significación, de definiciones de valor y de acción. Es más, reconoce a muchos más actores, historias, territorios e intereses de los que suelen verse en las políticas culturales tradicionales. Sin embargo, el concierto de múltiples voces que resulta de ahí, aunque es más democrático y justo, no es necesaria- mente armónico ni coherente, ni se deja articular y traducir fácilmente (Saukkonen & Pyykkönen, 2008; Bonet & Négrier, 2011). La complejidad es difícil de coordinar y conducir intencionalmente (Güell, 2024). En el campo de las políticas culturales esto tiene varias consecuencias y plantea desafíos, algunos muy concretos referidos a la gestión y otros que apuntan a hechos sociológicos y políticos de fondo. El primero se refiere a que el reconocimiento de la rela- tividad de las jerarquías y patrones de valor culturales, así como la incorporación de un concepto difuso de bienes y expresiones culturales, ha conducido a una ampliación del objeto de las políticas culturales, no solo hacia las prácticas cotidianas como objetos culturales, sino hacia campos insti- tucionales diversos. Así, por ejemplo, existen las políticas de la cultura de salud, o de las dimensiones culturales del urba- nismo, o de la diversidad cultural de las prácticas educativas (Owen, 2015.) Esto tiene varios efectos concretos. Por una parte, sobre las definiciones de valor cultural que orientan los objetivos de política, así como la evaluación de sus resul- tados (Belfiore, 2020). Por otra, impacta en las relaciones

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