Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
Pedro Güell 94 se caracterizan por contener fuerzas múltiples, las que no responden a principios comunes o centros únicos de orden y significado. Compleja es una diversidad que tiene aspectos intraducibles entre sí. Esto hace que esa diversidad no pueda ser articulada u ordenada mediante los mecanismos usuales de coordinación, sean jerarquías, verdades, estados o leyes, los que suelen responder a escenarios previos de menor comple- jidad (Luhmann 2007; Millán 2008; Von Wolfersdorff, 2025). Significa también que los procesos en esos escenarios no son lineales, no pueden ser ordenados como secuencias irreversibles de causas y efectos. Por el contrario, son efectos de relaciones impredecibles o emergentes y, por lo mismo, tienen un grado importante de autonomía respecto de los procesos institucionales de coordinación y de las jerarquías formales de conducción (Condorelli, 2016). Un motor del aumento de complejidad social es la creciente diferenciación entre ámbitos sociales especiali- zados (Rodriguez & Arnold, 1999). Ello va de la mano de la apertura de posibilidades de acción y de significación más allá de lo que los mecanismos disponibles de coordinación y conducción pueden procesar (Freeberg et al. , 2012): por eso se habla aquí de superávit de complejidad. Este aparece, por ejemplo, cuando surgen nuevos desafíos públicos que no pueden ser abordados por las instituciones de los estados nacionales, como el cambio climático, o cuando la eclosión de identidades pone en jaque los mecanismos unificadores de la representación política, como ocurre con la actual crisis de legitimidad de las democracias (Dunbar et al. , 2007) Es fácil de ver que, en un escenario de acción caracte- rizado por un exceso de complejidad, se dificulta llevar a cabo la implementación eficaz de una política pública mediante las formas tradicionales. Sin una razonable capacidad para
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