Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Hye-Kyung Lee 68 Aparentemente, el reconocimiento de las dimensiones tácitas de la creatividad impidió a los formuladores de polí- ticas desarrollar políticas que apoyaran a industrias u organi- zaciones específicas. En su lugar, esperaban que la creatividad, como capital humano, se acumulara mediante la educación y la formación, y se difundiera ampliamente a través de clús- teres y redes creativas en todo el país. En concordancia con la idea de que la creatividad puede potencialmente encontrarse en cualquier tipo de trabajo (McGuigan, 2010), el discurso de las industrias creativas tenía cierto potencial para cata- lizar un debate más amplio sobre la importancia del trabajo y fortalecer la demanda de una mayor participación de la mano de obra en los beneficios económicos en un contexto de creciente desigualdad. Sin embargo, tal potencialidad no se materializó. Los formuladores de políticas se concentraron en defender el impacto económico inmediato del sector cultural. Esto resonó profundamente con la comprensión neoliberal e indi- vidualizada de los trabajadores culturales: como capitalistas humanos, se esperaba que fueran emprendedores y responsa- bles de su propio desarrollo y mantenimiento de habilidades, asumieran riesgos y generaran capital adicional en forma de propiedad intelectual (McRobbie, 2016). En resumen, la glorificación de los trabajadores culturales y su creatividad se transformó en una celebración de su poder económico en términos de los ingresos de las industrias creativas y sus contri- buciones al PIB y al desarrollo económico regional. Además, los formuladores de políticas ignoraron los problemas del trabajo cultural, como la precariedad prevalente y las malas condiciones laborales. En retrospectiva, el discurso de las industrias creativas marcó un giro creativo en la política cultural, destacando la

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