Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Hacia una democracia cultural situada. Desafíos de las políticas culturales desde América Latina 57 en clave regional y proyectarlas hacia nuevos horizontes de pensamiento y acción. En un reconocido estudio centrado en el concepto de cultura, Alejandro Grimson plantea que “es imprescindible reintroducir la cuestión del poder en el centro de la cuestión de la cultura ” (2011: 85), como vía para superar las lecturas homogeneizantes y esencialistas que han pesado históri- camente sobre esta noción. Desde esta perspectiva, resulta fundamental —según el autor— prestar atención al lugar que ocupa la fabricación de significados, así como a las formas concretas en que los distintos actores se enfrentan, cooperan o negocian dentro de entramados simbólicos compartidos, aunque no exentos de conflicto. Las artes y la cultura no solo participan activamente en esa producción de sentidos, sino también en las disputas que ésta suscita. En este marco, pensar una cultura descentrada a partir de estas experiencias implica observar cómo las prácticas culturales actúan como dispositivos capaces de interrumpir, desarmar o impugnar las estructuras de poder vigentes. Una segunda dimensión vinculada a la noción de una cultura descentrada nos lleva a reflexionar sobre el problema de la descentralización. En el contexto contemporáneo, tanto por una voluntad política de parte de las instituciones esta- tales como por el creciente protagonismo de otros actores sociales —como el mercado o la sociedad civil—, la formu- lación de las políticas culturales se ha vuelto progresivamente más descentralizada. Tal como lo plantea Víctor Vich (2013), ya no se trata de una preocupación exclusiva del Estado. Sin embargo, las formas específicas que adopta esta descentrali- zación distan aún de estar definidas o resueltas. El programa Puntos de Cultura, impulsado inicialmente en Brasil y repli- cado en varios países de la región, permite observar cómo