Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Carla Pinochet Cobos 46 moderno, concibe un canon restringido que debe ser transmi- tido en nombre del progreso, la segunda, influenciada por el pensamiento romántico, valora la especificidad de las expre- siones culturales como formas singulares de articulación del sentido colectivo. La tensión entre estas tradiciones conceptuales —por un lado, el ideal universalista de la Cultura en singular; por otro, el enfoque particularista de las culturas en plural— ha sido reformulada en el debate contemporáneo a partir de dos registros diferenciados que Yúdice y Miller (2004) han deno- minado registro estético y registro antropológico . En el primero se inscriben aquellos repertorios de valor excepcional acumu- lados por la civilización occidental, estrechamente vinculados a las bellas artes y al legado de la alta cultura. En el segundo, se reconoce la cultura como el entramado de prácticas, creen- cias y formas de vida que dotan de sentido a los colectivos humanos, en consonancia con la definición desarrollada por la antropología a lo largo del siglo XX. Estas concepciones no solo responden a lógicas epistemológicas diferentes, sino que también implican principios de acción divergentes, que muchas veces entran en fricción dentro del campo de las polí- ticas culturales. Democratización y democracia en las políticas culturales Las dos orientaciones conceptuales señaladas previa- mente tienen un impacto diferenciado en la manera en que se diseñan e implementan las políticas culturales. El enfoque estético parte del supuesto de que existen bienes culturales de alto valor simbólico que deben ser preservados y difun- didos, en tanto patrimonio universal, entre quienes han estado históricamente excluidos de su acceso. Las políticas

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