Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
Ben Walmsley 180 más problemáticos de los debates sobre el valor cultural: su dependencia de suposiciones sobre la experiencia del público. De hecho, la voz de la gente a menudo está ausente no solo en las discusiones sobre el valor cultural, sino, lo que es quizás aún más preocupante, en la investigación de audiencias en sí. Por ello, el resto de este capítulo y todo el siguiente se centrarán en cómo capturar e interpretar el valor cultural desde la perspectiva de las propias audiencias, situándolas en el corazón de los debates sobre el valor cultural conforme a la filosofía general del libro de centrarse en el público. La voz del público Como hemos visto en este capítulo, los públicos suelen ser deliberada o erróneamente desfavorecidos en la investi- gación de audiencias. Existen muchas razones políticas, filo- sóficas y metodológicas para este estado de cosas que resulta algo contraintuitivo, pero uno de sus resultados netos es que se hacen todo tipo de suposiciones y extrapolaciones proble- máticas por parte de los investigadores, quienes a menudo se posicionan a sí mismos como un sustituto de la voz del público. Un ejemplo de ello es Herbert Blau (1990), quien hacia el final de su influyente monografía The Audience confiesa abiertamente este enfoque no empírico, al mismo tiempo que destaca las complejidades inherentes a la interpre- tación de la experiencia del público: Simplemente no sabemos, en ningún sentido fiable — mucho menos ideal o verificable—, quién está ahí ni, en ausencia del sujeto clásico, dónde mirar. A pesar de esto, es probable que sigamos generalizando —como he dicho y quizás hecho— sobre lo que el público, con sus percepciones dispares, contradictorias, alienadas e incalculables, siente y ha sentido (355).
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