Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Ben Walmsley 170 preocupación primordial en este contexto, ya que es una noción altamente disputada que se encuentra en el corazón de las preguntas sobre el compromiso y el enriquecimiento de las audiencias. Así, el objetivo central de este capítulo es explorar críticamente las nociones disputadas de valor que son rele- vantes para las artes escénicas y determinar qué perspectivas pueden ofrecer sobre cómo capturar e interpretar el impacto de las artes escénicas en los públicos. El motivo por el que este capítulo se centra en el valor cultural en lugar de en el valor o el impacto de las artes escé- nicas para las audiencias de forma más restringida es porque existen debates antiquísimos sobre el valor cultural que esta- blecen un contexto filosófico y epistemológico claro para una discusión informada sobre el papel que las artes desem- peñan en la vida de las audiencias. Más recientemente, estos debates se han visto influenciados por el auge de la llamada economía cultural, que, entre una serie más amplia de argu- mentos sobre el papel positivo que la cultura puede desem- peñar en la economía, ha alentado a los sistemas de gobierno a ubicar ocasionalmente el significado más allá del consu- mismo (Taylor, 2015). Se ha argumentado, por ejemplo, que “el arte es la moneda de la experiencia” que impulsa la nueva “economía del significado” y que esta economía está regida por un “valor inalienable” (Sharpe, 2010: 2). En otras palabras, los seres humanos tienen un derecho sagrado a las experiencias artísticas que no puede ser negado ni siquiera por los enfoques utilitaristas de la política. Este derecho está, por supuesto, consagrado por las Naciones Unidas como un derecho humano básico en el Artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad” y a “gozar de las artes” (Naciones Unidas, 1948: 77). Esto es claramente una aspiración vaga