Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
De la cultura democrática a la democracia cultural 159 La instancia funcionó como ámbito comunicativo también en términos informativos. Una queja habitual en la ciudadanía chilena, y más aún en el contexto del estallido, fue la sobrecarga de datos, imágenes, noticias de último minuto que recibían de medios y redes sociales. El cabildo fue instancia para aprender y conocer sobre una diversa gama de temas, como qué era el modelo neoliberal, cómo se vinculaba con la Constitución de Pinochet y qué tenía que ver con el mal estado de las pensiones, parte importante del reclamo que decanta en octubre de 2019. “Yo me consideraba feminista, pero ahora soy más. He aprendido muchas cosas, me cues- tiono más, pienso más en cómo nos relacionamos, y eso no me pasa solo a mí, se ve en las asambleas” fue el comentario de una asistente a un cabildo de la ciudad de Santiago (Albert & Köhler, 2020). Una última manera en que los cabildos sirvieron como instancias comunicativas resulta antitética al neoliberalismo y su cultura de vida: “Yo no conocía a mi vecino” o “Tuve la oportunidad de hablar con gente que había visto pero con la que no había hablado”, fueron testimonios de personas que agradecieron el vínculo promovido por los cabildos (Saavedra Utman, 2024). Conocer, estar, sentarse junto a quienes se habitaba un territorio fue significativo para las personas. Lo fue porque el día a día pasaba de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, sin interacción vecinal ni la presencia de lazos efec- tivos con los seres humanos que vivían a su alrededor. La movilización cambió, al menos de manera momentánea, esa tendencia y los cabildos permitieron encuentros con otras y otros desde lógicas de reconocimiento, cohabitación y poner en práctica una vida colectiva. Es decir, hubo una inscripción ya no solo simbólica, sino de sujetos intersectándose en la existencia de otros de manera física, dialógica y significativa.
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