Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
De la cultura democrática a la democracia cultural 157 la contención, la protección y eso es lo que queremos para nuestra ciudad” (La Voz del Norte, 2019) fue el argumento de Esmeralda Marín, una de las personas detrás de la creación de la nueva obra que, no obstante, estuvo erigida solo por un tiempo breve. Al extremo sur del país, en Punta Arenas, otra figura colonial fue removida. Se trató de la escultura del empresario español José Menéndez, conocido como “el rey de la Pata- gonia” y uno de los mayores promotores y responsables de la esclavitud y matanza del pueblo Selk’nam. En ese caso, mani- festantes no solo removieron su cabeza, sino que rayaron en el piso con la palabra “genocida” y llevaron el busto a los pies de otra estatua, la del Indio Patagón, figura que rinde homenaje a los pueblos originarios de la región. ¿Por qué y cómo, de una manera tan extendida a lo largo de un territorio extenso en la dimensión norte-sur, una protesta social considera como un punto importante derribar estatuas? Siguiendo la pregunta de Martín-Barbero, respecto de “cómo es posible que lo que vale para mi vida cotidiana valga tan poco para la historia si la historia solo cobra verdadera importancia en la medida en que organiza la cotidianidad”, una posible respuesta aparece en la crítica a nociones modernas de ciudadanía y patrimonio que operan como dispositivos culturales determinados, cerrados, donde “lo patrimonial” es un paquete para preservar, pero nunca a cuestionar. Aquello se subvirtió en 2019. Hubo cuestiona- miento, borramiento y, en algunos casos, la inscripción de un algo ausente en aquellos espacios que visten a diario nuestro caminar, los viajes en micro, las postales de la ciudad. Es decir, el lugar donde vivimos.
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