Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
De la cultura democrática a la democracia cultural 155 Un ejemplo de lo anterior es lo que recién vimos con la academia de pintura y el museo de copia. Como plantea Ximena Gallardo (2015), los museos de copias respondieron a la importación de un proyecto formativo y, en rigor, eran “instituciones creadas para adoctrinar…su legitimación estaba dada por la tradición académica que veía en la práctica de la copia y su difusión un fin formativo” (10). Dicha formación y dichos museos no eran solamente para adoctrinar respecto al arte o lo estético, sino también en aspectos políticos, sociales y morales de naciones que estaban en proceso de formación. Ahora, lo determinado y lo determinante está en perma- nente tensión, en territorios porosos y enfrentando resisten- cias que, especialmente en momentos sociales excepcionales, como los de movilizaciones sociales, permiten imaginar trán- sitos entre ejercicios de cultura democrática y democracia cultural. Allá nos llevará la última parada de este viaje. Tres escenas en movimiento Desde octubre de 2019, Chile vivió el inicio de la mayor movilización social tras el retorno a la democracia, en 1990. Detonada por una protesta estudiantil contra el alza de 30 pesos en el precio del pasaje del metro de Santiago, se propagó rápidamente por todo el territorio, abarcando ciudades, áreas rurales y semirurales. La queja, convertida en movimiento, cargaba de dolores y reclamos que evidenciaban un tras- fondo profundo: un amplio sector de la población expresaba su descontento con las políticas neoliberales implementadas durante tres décadas de democracia (Contreras y Saavedra Utman, 2021). Para los manifestantes, el problema no se limitaba al incremento de 30 pesos en el transporte. Yacía en el rechazo a la mercantilización de servicios sociales, recursos básicos y bienes comunes. La movilización tuvo repertorios
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