Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Fundamentos, infraestructuras, bienes (y males) públicos 141 también en la producción— de arte y cultura, y su impacto en la ecología de la producción cultural a nivel mundial ha sido profundo (Doctorow y Giblin, 2022). Para quienes trabajan en departamentos de desarrollo económico en las industrias culturales y creativas, esto implica navegar entre amenazas y oportunidades en un mundo en constante disrupción. El efecto devastador de esta realidad sobre la posibilidad misma de pensar el arte y la cultura como bienes públicos en un mundo democrático queda fuera de su competencia. La permeabilidad entre el arte y la cultura y esa defini- ción más amplia de cultura como “todo un modo de vida” se evidencia de forma negativa al observar cómo el capitalismo de plataformas ha colonizado gran parte del mundo de la vida del cual emergen el arte y la cultura. Su captura algorítmica de las preferencias expresadas y esa tecnologización de la elección individual agregada, apunta a reducir la conversación del arte y la cultura a una distracción interminable y una adicción repetitiva. Con el rápido y no regulado auge de la informática de modelos extensos de lenguaje (la llamada “inteligencia arti- ficial”), lo que Karl Marx llamaba el intelecto general —el acervo común de conocimiento acumulado de la civiliza- ción— ha sido entregado, así sin más, a un grupo de tecnó- cratas sociópatas del norte de California. Como sugiere Jeremy Gilbert (2024), “en última instancia, no cabe mucha duda de que la plataformización es hoy la lógica social, técnica e institucional clave que afecta la experiencia cotidiana de miles de millones de personas y las formas en que se relacionan entre sí, se conceptualizan a sí mismas e, incluso, gestionan o expresan sus emociones más íntimas” (4). Por más que deseemos revitalizar la relación entre

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