Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global
Justin O’Connor 134 de los bienes públicos que no se limita al concepto de falla de mercado . La profesora de ingeniería Deb Chachra (2023) define la infraestructura como “todo aquello en lo que no tenemos que pensar”, haciendo referencia a un grado de invi- sibilidad que la vuelve algo dado por hecho. Pero necesita ser cuidada. Para Brett Frischmann (2012), las infraestructuras proporcionan bienes públicos. La no exclusividad no es vista aquí como un obstáculo negativo frente al mercado, sino como una característica positiva: es para todos, ¡cuantos más, mejor! Las infraestructuras ofrecen beneficios colectivos, algunos previsibles y medibles con metas, y otros menos predecibles que habilitan posibilidades a futuro. Implican una confianza intergeneracional y deben gestionarse fuera del estrecho motivo del lucro. Como proyectos colectivos, deben estar sujetas a la fiscalización y toma de decisiones democrática. Frischmann quiere conectar las infraestructuras con los comunes, entendidos como un principio de gestión de recursos por parte de una comunidad. En otras palabras, implican no solo “eficiencias”, sino también una dimensión normativa y política, aún más acentuada en el caso de las infraestructuras sociales y culturales. Cuando hablamos de la cultura como un bien público, es esencial considerar desde qué perspectiva se define, si como una herramienta para corregir fallas del mercado o como un enfoque comunitario de gestión de recursos. Esta distinción tiene implicancias importantes para las políticas públicas. Infraestructura social y cultural La infraestructura social provee una variedad de bienes públicos que hacen posible el florecimiento humano, y esto
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