Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Fundamentos, infraestructuras, bienes (y males) públicos 131 FEC ahora incluye a la cultura como parte de la habitabilidad fundacional (Calafati et al. , 2023). La cultura como fundamento Antes de esbozar un enfoque fundacional de la cultura, quisiera instalar tres principios esenciales que sustentan estos argumentos. Primero, el arte y la cultura son un derecho humano, tal como se establece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. Segundo, necesitamos una serie de recursos materiales y capacidades para que estos derechos abstractos sean concre- tamente efectivos. Esto implica no solo el consumo cultural, también la educación (en su sentido más amplio), el acceso a espacios de práctica cultural, al oficio y al conocimiento espe- cializado, y cierto financiamiento público, respaldado por un Estado de bienestar que funcione. Tercero, para participar en la vida cultural de la comu- nidad, debe existir efectivamente una vida cultural. Sin estos pilares, los derechos culturales se convierten en una forma- lidad vacía, una declaración sin sustancia. En tanto, debemos dejar en claro que la cultura a la que me refiero aquí no es la cultura entendida como un modo de vida completo —tradiciones, lengua, rituales, etc.—, sino una parte más acotada de ella, lo que llamaría “arte y cultura”: lo simbólico, lo representacional, lo estético. Las palabras clave son imaginación (sin la cual no podemos cambiar el mundo ni construir un futuro) y libertad (los seres humanos no actuamos por instinto, sino que debemos elegir en qué

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