Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Pedro Güell 102 este debate, se ha tendido a ver la afirmación de la necesidad de universalidad o de la irreductibilidad de la particularidad como supuestos, como puntos de partida de la reflexión. Ello conduce inevitablemente a una mutua exclusión de ambos principios: o universalidad o particularidad. Desde una mirada pragmática, que se pregunta por las orientaciones y acciones necesarias para fundar la comunidad democrática, la universalidad y la particularidad ni pueden ser absolutas, ni puntos de partida, sino momentos inevitables de la dinámica de la realidad social. Particularidad y universalidad, apertura de posibilidades y reorganización de ellas en nuevas formas de cohesión, se requieren mutuamente. Las políticas cultu- rales en clave de democracia cultural tienen una capacidad privilegiada para expresar y producir experiencias sociales de este movimiento permanente de apertura de las diferencias y de su reconducción a cohesión. Pero ello requiere hacer una importante innovación no solo teórica, sino especialmente de los métodos y procesos de implementación de sus políticas y programas. La segunda línea de reflexión se refiere a la politización de la perspectiva de democracia cultural. Esta es una tarea que debe apuntar en dos sentidos. De un lado, la creación de prin- cipios comunes que favorezcan la articulación de lo diverso, como se propone en el párrafo anterior, no tiene una lógica ni un resultado únicos. Ella es materia de disputa y sus resul- tados serán necesariamente parciales y provisorios. Eso hace que la creación de universales pragmáticos esté asociado a un conflicto sobre las formas de representación de los diversos sujetos sociales y al peso que se le otorga a cada uno de ellos en la definición de lo común. Esta disputa cultural es inevi- tablemente política. De esta manera, hacer que la perspectiva de democracia cultural avance desde la deconstrucción de los pretendidos universales hacia la reconstrucción pragmática de