Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Pedro Güell 100 un punto de partida para contribuir a enfrentar los nuevos desafíos de la cohesión y de la democracia. Una dificultad radica en el énfasis en la expresión de las diversidades y particularidades culturales y la relativa ausencia de una metodología de implementación que promueva el intercambio entre aquellas, su procesamiento dialógico y la construcción de referentes y lenguajes comunes. La comu- nidad democrática tiene que reconocer que hay más diver- sidad de la que normalmente alberga la idea tradicional de ciudadano o de cultura cívica, y la perspectiva de democracia cultural puede contribuir a esa apertura, pero al mismo tiempo debe promover el surgimiento de los elementos comunes — lenguajes, símbolos, experiencias— que permitan reconstruir su cohesión. El reconocimiento de las diversidades sin una correspondiente reflexión e implementación de las traduc- ciones entre ellas, por muy parciales y contingentes que resulten, solo contribuye a más complejidad y menos cohe- sión. Otra dificultad es la relativa ausencia de una reflexión sobre el conflicto. El diálogo intercultural siempre contiene elementos al respecto (Pinochet, 2024). Como se ha puesto más énfasis en la expresión de la irreductibilidad de las particularidades culturales y menos en el intercambio entre ellas, ha existido menos urgencia por reconocer los disensos y conflictos. Una política cultural que busque articular, por una parte, el reconocimiento de las diversidades, la ausencia de jerarquías de valor entre ellas, y el valor transversal de la democracia y de la deliberación como ejercicio de articula- ción y traducción entre particulares, requiere considerar en su implementación las formas de dar espacio a la expresión, conducción y limitación de los conflictos de interculturalidad.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=