Decantaciones. Política y democracia cultural: un diálogo global

Pedro Güell 98 en el proceso y experiencia de creación y participación, y no solo en el contenido específico de los bienes que crea. Los museos interactivos, las exposiciones inmersivas, o las cura- durías participativas hacen que la implementación adquiera un inédito valor performativo. Esta dualidad de la imple- mentación concreta —medio y fin a la vez— es un factor de ampliación de complejidad en la implementación de la política cultural y, a la vez, hace más contingente su gestión y más impredecibles sus resultados. Un cuarto desafío está en el reconocimiento, debido a la diversidad de sus identidades y experiencias, que los públicos perciben y valoran de muy distinta manera a los bienes cultu- rales. Y de ello se desprenden no solo formas muy distintas de involucramiento en las ofertas como creadores, curadores y como públicos. También difieren en el efecto que tienen sobre ellos (Güell & Pinochet, 2018). Frente a eso las políticas culturales han buscado hacer un reconocimiento de esa diver- sidad, como algo legítimo y deseable, poniéndola en escena mediante formas de curatoría o de metodologías participativas de públicos (Ramos, 2020). Pero el desafío no es mostrar una colección de experiencias o expresiones desconectadas unas de las otras, sino el vínculo, la tensión y el intercambio. En el campo cultural, lo propio de la diversidad no es la yuxtaposi- ción de hechos aislados sino la relación entre interdependen- cias (Delanty, 2011). Y eso ha sido hasta ahora muy difícil de mostrar a los públicos o de hacerlo experimentable por ellos. Basta, por ejemplo, mencionar las dificultades para encontrar los lenguajes inclusivos que permiten describir los objetos de una exposición o escribir las guías de visita de manera neutral o bien incorporando todas las diversidades.

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