En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Pía Salazar R. 68 feminista sin comprometerse con reformas que impliquen altos costos políticos o enfrentamientos con sectores conser- vadores, tanto dentro como fuera de su coalición. En ese sentido, como advierte Cristóbal Bellolio en “Gabriel Boric o las peripecias de los hijos de la transición chilena”, la joven izquierda ha operado con una lógica de preservación antes que de transformación. El feminismo es asumido como un lenguaje común, pero no como una herramienta disruptiva. Se gestiona, se administra y se comunica, pero se evita conver- tirlo en conflicto. Esta arquitectura comunicacional se ha hecho evidente en momentos de crisis. El caso Monsalve es paradigmático: ante una denuncia grave de violencia sexual, el gobierno respondió desde el lenguaje técnico-legal, enfatizando la presunción de inocencia y evitando una condena política inmediata. El uso de este tipo de encuadres no solo reveló una incoherencia ética, sino también una estrategia deliberada de minimizar costos comunicacionales. Como apuntó Claudia Lagos en Interferencia, “el feminismo en este gobierno ha sido una narrativa potente, pero que se diluye cada vez que se cruza con el poder real”. La frontera entre comunicar y transformar Los encuadres dominantes del feminismo gubernamental han permitido comunicar una sensibilidad política moderna y progresista, pero también han operado como barreras para el cambio profundo. La justicia simbólica encubre la falta de avances estructurales, la identidad generacional reemplaza la acción política por pertenencia estética, y la gestión técnica transforma las luchas históricas en productos de política pública. Mientras no se asuma que comunicar feminismo no

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