En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Pía Salazar R. 64 Para muchas organizaciones, el problema no fue solo la falta de avances, sino la forma en que el discurso femi- nista fue administrado como un recurso comunicacional más que como una convicción transformadora. En palabras de la Coordinadora Feminista 8M en CIPER: “Se aprendió a hablar de género, pero no se quiso ejercer el feminismo”. El caso Monsalve: crisis y contradicción del discurso Otro hito que tensionó la comunicación feminista del gobierno fue la denuncia por violación contra el entonces subsecretario del Interior, Manuel Monsalve. El manejo comunicacional de esta crisis —marcado por la lentitud, la ambigüedad y el control de daños— evidenció una ruptura entre el discurso feminista (“yo te creo”) y las prácticas guber- namentales. La demora en la solicitud de renuncia, el uso de recursos públicos por parte del acusado y la falta de un pronunciamiento claro por parte del presidente generaron un quiebre comunicacional con las organizaciones feministas, que acusaron una respuesta institucional defensiva más que comprometida. La periodista Paula Escobar escribió en La Tercera: “El presidente, que tantas veces habló de las mujeres, ha guardado un silencio atronador frente a una denuncia gravísima. Ese silencio comunica, y comunica mal”. En tanto, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, liderado por Antonia Orellana —quien había sido una figura central del feminismo frenteamplista— fue especialmente cuestionado por su rol pasivo ya que, en sus primeras declaraciones, Orellana invocó el principio de presunción de inocencia y evitó referirse a la gravedad política del hecho.

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