En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Por Moisés Valderrama C. 44 fue precedida ni seguida por una estrategia narrativa clara, lo que permitió que el episodio fuera explotado mediáticamente como símbolo del “desgobierno” y la falta de conducción. Lo que sirvió para que la derecha siga con las críticas hacia el mandatario, sin que el gobierno tenga el peso para responder adecuadamente. Esta pérdida de control, “desgobierno” y otros adje- tivos que utilizó la oposición en su momento, la explotaron distintos medios (ampliamente, la prensa política y televisiva de línea conservadora), los que instalaron rápidamente -y fácil- mente- la idea de un gobierno débil frente a la delincuencia. Desde columnas de opinión hasta paneles en matinales, todos apuntaban a una lectura que acusaba inexperiencia, contra- dicciones discursivas y ausencia de control territorial. Además, otra crítica fue la reacción del gobierno ante el avance de la delincuencia, la que fue tardía. El endureci- miento del discurso ocurrió como respuesta a la presión social y mediática, no como parte de una estrategia planificada. Ese cambio, resultó poco convincente para una ciudadanía que ya había absorbido el relato de ineficacia. El gobierno no logró empatizar con la inseguridad como experiencia cotidiana, limitándose a difundir cifras y promesas. La ciudadanía no solo pedía acciones, sino también una voz que reconociera su temor y ofreciera contención. En comunicación de crisis, esa voz suele ser la del presidente o la del Ministerio del Interior, pero en este caso, esa función quedó ausente o diluida. El resultado fue una narrativa desarticulada, incapaz de disputar el sentido común instalado por la oposición y amplificado por los medios. Probablemente la otra falla más evidente fue la falta de vocería clara en momentos de alto impacto noticioso. En varios episodios de crímenes estremecedores, el presidente

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