En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Por Antonia Albarrán S. 36 la reformulación del discurso. En lugar de insistir en una narrativa que ya no se sostiene, se pudo haber redirigido el enfoque regionalista hacia acciones concretas que sí fueron posibles, o incluso hacia logros reales que no recibieron la atención mediática que merecían. Un ejemplo claro es la Política Nacional de Descentra- lización al 2034, presentada en enero de 2025. Esta política representa una oportunidad histórica para establecer una hoja de ruta de largo plazo, con tres temporalidades claramente definidas: corto plazo (durante el actual gobierno), mediano plazo (hasta 2030) y largo plazo (hasta marzo de 2034). El gobierno podría haber capitalizado esta primera etapa como un logro tangible, mostrando que, aunque no se concretaron todas las promesas iniciales, sí se sentaron las bases para una descentralización sostenible, estructurada y no supeditada a los vaivenes de los gobiernos de turno. En un país donde los mandatos presidenciales duran solo cuatro años, iniciar una estrategia de largo plazo es, en sí mismo, un acto político relevante. Sin embargo, esta ha sido, hasta ahora, una oportunidad comunicacional desaprovechada. La experiencia del gobierno de Boric, marcada por el contraste entre la promesa y el silencio, ofrece una valiosa lección en comunicación política: si bien la omisión estraté- gica puede mitigar el costo inmediato de un incumplimiento, a la larga genera mayor incertidumbre y anula la posibilidad de dar un giro propositivo a un relato que fue identitario para el presidente y su gobierno. La frase de Boric—“Quiero ser un presidente que cuando termine su mandato tenga menos poder que cuando empezó, porque hayamos sido capaces de transferirlo a las autoridades locales y a la sociedad civil”— se vuelve poco atingente, dando la impresión de que no se hizo lo suficiente. Esto deja un

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