En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Aracely Arriaza C. 286 Si bien es cierto que el gobierno logró el respaldo de los expresidentes Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en esta materia, esta adhesión de figuras que ya no estaban en la primera línea de la política activa no se tradujo en el arrastre necesario hacia los partidos de derecha que sí mantenían protagonismo en el debate político contingente. El momento de la verdad llegó cuando la UDI, Renova- ción Nacional y el Partido Republicano dijeron categórica- mente que no al llamado gubernamental. Esta negativa no fue una sorpresa para quienes conocían las posiciones históricas de estos sectores, pero evidentemente sí lo fue para una estra- tegia comunicacional que había apostado todas sus fichas a la moderación y el consenso. Lo más revelador de este fracaso fue que no existían costos políticos reales para quienes se negaran a firmar el acuerdo propuesto. No había presión social organizada, no había una campaña comunicacional que pusiera contra las cuerdas a los sectores reticentes, no había movilización de la opinión pública que castigara la posición negacionista. En este contexto, Javier Macaya –en ese entonces presidente de la UDI– pudo describir tranquilamente el golpe como “el desenlace de una crisis política profunda” sin enfrentar mayores consecuencias, y la única respuesta del gobierno fue seguir hablando de diálogo y moderación. Esta desconexión gigante entre el discurso oficial y la realidad política evidenció que la estrategia comunica- cional estaba diseñada para una situación que simplemente no existía: un país donde todos los actores políticos estaban genuinamente dispuestos a llegar a acuerdos básicos sobre el pasado reciente.

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