En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Diego Yáñez H. 252 (…) son a la vez lugares más seguros”. Con esa frase, en su última Cuenta Pública, el presidente Gabriel Boric intentó conectar el corazón de su política habitacional con una promesa mayor: la seguridad como resultado de la cohesión social. Sin embargo, detrás de esa afirmación emerge una tensión no resuelta: aunque el gobierno ha desarrollado una política ambi- ciosa para enfrentar la emergencia habitacional, no ha logrado transformar esos avances en una narrativa comunicacional que le permita capitalizar una imagen de la gestión en vivienda. En el contexto chileno actual, donde los conflictos territoriales, la seguridad y la desigualdad se entrelazan, no basta con construir viviendas, también hay que construir sentido. El problema no es la ejecución –la entrega de casas, los subsidios o la inversión estatal– sino la incapacidad de arti- cular un relato comunicacional coherente frente al problema habitacional. El gobierno de Gabriel Boric ha desplegado una política pública sólida en materia de vivienda, como el compromiso de construir 260 mil viviendas en cuatro años, de acuerdo con el Plan de Emergencia Habitacional. Según los datos del Ministerio de Vivienda, el plan lleva un 77,2% de cumplimiento, con más de 200 mil viviendas terminadas. Sin embargo, el gobierno ha mermado en habitar la agenda de esa cartera. Y ese vacío narrativo le ha impedido disputar la hegemonía del sentido común conservador que asocia las tomas con la delincuencia y el derecho a la vivienda con desorden social, resultando en soluciones efectistas como el desalojo con las fuerzas policiales. Desde el inicio de su mandato, el presidente ha tran- sitado sobre una delgada línea entre la empatía social y la institucionalidad. La izquierda que lo llevó a La Moneda proviene del mundo de la crítica al modelo de mercado, de la defensa irrestricta de los derechos de las personas. Pero

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