En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Olivia Hernández D. 158 especialmente tras el estallido social. Pero con el tiempo, esa bandera no tardó en caer. Bajo la presión del empresariado, el discurso transformador cedió ante los intereses del mercado, y la retórica del cambio terminó chocando de frente con las viejas preocupaciones: esas que por un momento parecían haber quedado fuera del debate. En este nuevo escenario, un concepto se posicionó como símbolo del conflicto entre crecimiento económico y regulación ambiental: la “permisología”. Su instalación en el debate público no fue casual, sino parte de una estrategia cuidadosamente construida para instalar un problema que, hasta entonces, no tenía nombre. Y sin nombre, era invisible ante la opinión pública. El gobierno, por su parte, lejos de disputar su significado, terminó reforzándolo con sus propios discursos y reformas. Así, una narrativa impulsada original- mente por el sector privado –y acogida no mucho más tarde por las autoridades– terminó adquiriendo un tono neutral, como si se tratara de una verdad incuestionable e impoluta. Más que un problema técnico, la permisología es una estrategia discursiva promovida por el sector empresarial –y amplificada por los medios de comunicación– para debilitar los controles ambientales en favor del crecimiento económico. Esta es la tensión central que enfrenta el gobierno de Gabriel Boric, que prometió liderar una transformación ecológica, pero que ha terminado cediendo ante la presión y la nece- sidad de demostrar que la inversión no es un eslabón débil dentro de su gestión, y que el crecimiento económico no es incompatible con una administración política de izquierda, como muchos creen o hacen creer. Bajo este esquema, cabe preguntarse: ¿qué intereses se ven realmente priorizados cuando se habla de “permisología”? ¿Hasta qué punto esta noción responde a un problema técnico

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