En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric

Sebastián Morales V. 154 adoptar un tono más institucional, priorizando la estabi- lidad y el cumplimiento del fallo. Este cambio no fue menor: implicó pasar del lenguaje de la ruptura al del equilibrio. Al convertirse en el vocero de la mirada aparentemente más “conservadora”, Boric representó el desgaste comunicacional de su propia promesa inicial Aun con todas las críticas que se le puedan hacer al cambio de tono del gobierno, también es justo mirar el contexto. La comunicación política no es inmune a las urgen- cias concretas, los límites externos y las decisiones complejas. En este caso, con un sistema al borde del colapso, millones de personas en juego y una presión judicial enorme, el cambio en el lenguaje no necesariamente significa una traición a sus valores y a su propósito inicial, sino una forma de sostener una situación en crisis. Y es que, antes de lanzarse a criticar de lleno al gobierno en este tema, hay que tener en cuenta el terreno en el que estaba parado. El Ejecutivo heredó un problema enorme, con millones de personas en riesgo, un sistema público sobre- pasado y un fallo judicial que exigía cifras impagables. En ese panorama, el discurso cambió porque tenía que hacerlo. Nadie lo reclama como un acto en contra de sus principios, pero quizás sí en la manera de respetar sus discursos. No obstante, las ideas se marcan y los contextos sí definen. Parte del mensaje político, tanto en la campaña como al inicio del gobierno, fue hacia una visión disruptiva. Sin importar el devenir político, deben existir medidas y planes para que, sin importar los sucesos que ocurran, las imágenes públicas y/o políticas de las personas no pierdan fuerzas en sus discursos, pese a lo que termine ocurriendo o no durante los mandatos. No puede existir una pérdida de credibilidad, no al menos si se quiere mantener en gobiernos continuistas.

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