En los bordes de la ilusión. La comunicación política en el gobierno de Gabriel Boric
Sebastián Morales V. 152 quitándole peso a la confrontación inicial, para así presentar al Ejecutivo como una garantía institucional capaz de llevar a cabo las sanciones externas, por sobre ser un agente de cambio estructural. La evidencia del cambio discursivo es clara. En mayo de 2023, cuando el debate legislativo apenas comenzaba, Boric reaccionó duramente ante un proyecto alternativo impulsado por senadores de oposición que proponía medidas de alivio financiero para las aseguradoras. En esa ocasión, afirmó que “las reglas en Chile se deben cumplir” y que el rol del Ejecu- tivo debía ser asegurar condiciones para que el fallo de la Corte Suprema se aplicara en su totalidad, “no para evadirlo”. Ese tono firme reflejaba la voluntad de mantener la línea de justicia correctiva que el fallo judicial imponía. Sin embargo, pocos meses después, el discurso comenzó a cambiar. En diciembre del mismo año, durante una visita al Hospital de Los Lagos, el presidente ya no habló de sanción ni de corrección, sino de equilibrio. Dijo que el gobierno debía buscar una salida que permitiera “dar continuidad al servicio” y que “tenemos que lograr una combinación y un equilibrio que asegure la conti- nuidad, porque lo primero que nos interesa es el bienestar de los pacientes, tanto del sistema privado como del sistema público”, aunque insistió en que “no habrá un perdonazo”. Aquella declaración intentó equilibrar la necesidad de mostrar coherencia política con la urgencia de proyectar responsabilidad fiscal. Sin embargo, más que disipar dudas, esta frase pudo interpretarse de una manera mixta: reafirmar el compromiso ético del gobierno, o también verse como un simple recurso para suavizar un cambio de rumbo ya definido. Estas ambigüedades pueden debilitar la fuerza del discurso político, que depende de una total claridad y transparencia en su lenguaje para mantener su legitimidad.
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