Núcleos I+D+I: Del Estado del Arte a la Agenda Pública
Estudios Interdisciplinarios en Trabajo Social (NEITS) 85 El cuidado puede entenderse como un conjunto complejo de prácticas orientadas hacia otras personas o hacia uno mismo (Tronto, 2020, p. 26; véase también Marco Navarro & Rodríguez Enríquez, 2010; Thomas, 2011). Esta noción suele construirse desde una división binaria entre quienes cuidan y quienes son cuidados. Así, las personas receptoras de cuidados se agrupan habitualmente por rango etario –niñas, niños y adolescentes, o personas mayores– o bien por su condición de dependencia, asociándolas con la discapacidad (Informe de Cuidados, 2024, p.42). De este modo, las personas en situación de discapacidad quedan posicionadas de manera estática como receptoras de cuidado. Desde la teoría Crip (Mareño Sermpertegui, 2021; García-Santesmases, 2023) se critica este enfoque capacitista que jerarquiza los cuerpos y relega a las PcD a una posición subordinada. Ese imaginario –según el cual solopueden recibir cuidados– se reproduce en la oferta pública chilena de servicios sociales y en los marcos internacionales y regionales sobre el tema, donde las PcD aparecen como receptoras o directamente ausentes. Esta mirada también homogeneiza a las personas cuidadoras, omitiendo la diversidad funcional dentro de ese grupo. Sin embargo, la Encuesta de Discapacidad y Dependencia (2022) muestra que un 9,1 % de las personas encuestadas declaró no haber buscado empleo remunerado porque “ayuda o se dedica al cuidado de alguien más”. Aunque no se detalla cuántas de ellas tienen discapacidad, estos datos evidencian que existe una proporción relevante de PcD que también cuidan. Por otra lado, la feminización del cuidado refleja la falta de corresponsabilidad social y la desvalorización económica y cultural de estas labores (Bustamante Pérez, 2021). Históricamente, el cuidado se ha asignado a las mujeres como un mandato moral y naturalizado, reforzando la división sexual del trabajo propia de la lógica capitalista y patriarcal, que invisibiliza el trabajo no remunerado y lo separa de la producción de capital (Duboy-Luengo & Muñoz-Arce, 2022; Bustamante Pérez, 2021). En el marco del modelo neoliberal y subsidiario chileno, predomina un régimen familiarista que concentra las tareas de cuidado en mujeres: el 73.9 % de quienes cuidanapersonasadultascondiscapacidad y el 80.7 % de quienes atienden a personas con dependencia funcional son mujeres, en su mayoría sin remuneración (Cazorla- Becerra & Gamboa-Morales, 2023). Esta situación conlleva sobrecarga, abandono laboral, empobrecimiento y efectos negativos en la salud física, mental y social de las cuidadoras (Bustamante Pérez, 2021). Antecedentes
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