Núcleos I+D+I: Del Estado del Arte a la Agenda Pública

Diversidad y Género: Abordajes Feministas Interseccionales (DyG) 75 En América Latina, las personas migrantes enfrentan barreras estructurales y simbólicas en su relación con los sistemas de salud. Estas se manifiestan tanto en los niveles macro (legislaciones y políticas) como en los meso y micro (instituciones, prácticas e interacciones clínicas). La condición étnico-racial se reconoce como un eje estructurante de desigualdad (Rangel, 2020), que puede intensificarse al cruzarse con la migración, afectando especialmente a mujeres y personas Lgbtq+ (Galaz, Stang & Lara, 2023). La experiencia internacional demuestra que modelos basados en la inclusión y la dignidad –como los módulos de atención a migrantes en la frontera sur deMéxico o las clínicas para refugiados en Canadá– fortalecen la confianza y mejoran la salud de las personas atendidas. En Chile, el marco normativo reconoce el derecho de las personas migrantes a la atención en salud, sin discriminación por su estatus migratorio, laboral o socioeconómico. El país ha suscrito instrumentos como la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (Decreto 84, 2005) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966). Además, el Ministerio de Salud implementó la PolíticadeSaluddeMigrantes Internacionales (2018), orientada a garantizar acceso equitativo y fortalecer la respuesta institucional. Pese a estos avances, la implementación sigue siendodispareja. La faltade formación intercultural y de mecanismos de acompañamiento debilita la aplicación de los principios de equidad y humanización. En contraste, hospitales como el Dr. Hernán Henríquez Aravena (Temuco) destacan por incorporar departamentosdehumanización e interculturalidad, evidenciando que es posible integrar esta perspectiva en la gestión hospitalaria. Antecedentes Recomendaciones específicas para la política pública A partir de la evidencia reunida, se propone fortalecer una atención humanizada e intercultural en los servicios públicos de salud. Este enfoque reconoce los aspectos biopsicosociales y culturales de las personas usuarias, respetando la pluralidad de saberes y concepciones sobre el proceso salud- enfermedad-atención (Leininger, 1999). La humanización implica centrar la atención en la persona, no solo en la enfermedad, reconociendo su dignidad, historia, creencias y emociones. La interculturalidad, por su parte, promueve la interacción respetuosa y el diálogo entre culturas, reconociendo los saberes diversos y evitando prácticas discriminatorias. Juntas, constituyen la base para eliminar las barreras que enfrentan las personas migrantes –especialmente las mujeres– en el sistema de salud chileno. Para avanzar en este objetivo, se proponen las siguientes líneas de acción, orientadas a reducir desigualdades y fortalecer la confianza entre quienes migran y el sistema de salud: 1. FORTALECER LA FORMACIÓN DEL PERSONAL SANITARIO EN COMPETENCIAS INTERCULTURALES Implementar programas permanentes de capacitación en salud intercultural y trato humanizado, dirigidos a todos los niveles del personal sanitario. Las formaciones deben incluir contenidos sobre derechos humanos, perspectiva de género y prácticas culturales diversas, priorizando hospitales con alta demanda migrante. 2. INSTITUCIONALIZAR LA HUMANIZACIÓN DE LA ATENCIÓN Crear o fortalecer departamentos de humanización dentro de los establecimientos de salud, como unidades transversales encargadas de desarrollar protocolos y materiales de

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