Discapacidad y luchas politicas. Narrativas de activistas en Chile
117 Discapacidad y Luchas Políticas formación. En esos casos, las y los dirigentes podemos intermediar y hacer que los servicios lleguen donde se necesitan. Todavía tenemos mucho por lo que seguir luchando, mejorando servicios, fortaleciendo la organización comunitaria. Hoy el avance es lento, pero debemos seguir. No importa que avancemos poco, pero lo importante es que no nos detengamos ni retrocedamos. Siempre se ha necesitado que las organizaciones estén presentes, que pongan los temas en el debate, porque la clase política no prio- riza lo que las personas necesitan, y no solo en discapacidad, sino en términos generales. Hoy más que antes, no se ponen de acuerdo, no toman consciencia de la urgencia de los cambios que se requie- ren. Las autoridades no hacen compromisos por la equidad, y Chile sigue aún centralizado. Las realidades de las regiones son distintas a la Metropolitana, el transporte es un ejemplo, ninguna autoridad se ha comprometido con que toda la locomoción colectiva debe ser accesible en todo el país. También a nivel regional hay diversidad: en mi región, las comunas rurales de la provincia de Arauco, de la provincia de Biobío, tienen una realidad distinta, muy precaria. Hay personas que viven en zonas rurales que ni siquiera logran postular a las ayudas técnicas, o no conocen el programa. Así, ven limitada su calidad de vida por no contar con una silla de ruedas en óptimas condiciones. Y no se la pueden dar porque primero tienen que inscri- birse en el Registro Nacional de la Discapacidad, que tiene una serie de trámites y, entonces, mejor resolver lo de la silla con los recursos que tenemos para donar, pero no podemos estar siempre así. Una como dirigenta quiere que las cosas estén disponibles cuando la gente lo necesita, porque eso es dignidad. Las personas con discapacidad estamos en posición de vulne- rabilidad porque no somos consideradas como sujetos de derechos, como personas activas que podamos aportar a la sociedad. Porque aún estamos siendo víctimas del sistema, de la mirada biomédica, de la desvalorización de nuestras capacidades, del asistencialismo y de la cultura de mendicidad, que, lamentablemente, aún las pro- pias personas (algunas) lo aceptan como normal.
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