Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
68 como un lugar de múltiples niveles que el alma del difunto atraviesa para alcanzar el descanso. Por su lado, López Austin (1980) analiza el Mictlán desde la concepción nahua y lo relaciona con el cuerpo y el alma: “El Mictlán no era simplemente un lugar de castigo, sino una etapa necesaria en el ciclo de la vida y la muerte, donde el alma, o ‘teyolía’, emprendía un viaje de transformación y renovación” (López Austin, 1980, s.p.). De esta forma, la vida en el vientre materno, en relación con el Mictlán, se con- cebía como una continuidad de la existencia. Johansson (2003) señala que el vientre de una mujer embarazada es el Mictlán, porque en él se concibe un espacio-tiempo regenerativo. Esta concepción regeneradora de la vida y la muerte se consolidaba en su noción del tiempo y en su progresión cíclica de 52 años 1 . Este tiempo cíclico universal del tiempo no solo es medible en términos calen- dáricos, sino que se expresa en las leyendas y mitos, como la Leyenda de los Soles 2 que habla de los ciclos, de la lucha entre el día y la noche, así como el mito nahua del des- censo de Quetzalcóatl al Mictlán, el surgimiento del hombre y su pacto con los dioses de la creación, mito que, según Matos Moctezuma (1975) se relaciona directamente con el surgimiento de la muerte ritual. Al respecto, señala: Para que surja la vida es necesario que los dioses mueran o se sacrifiquen. En pago de lo anterior, el hombre tiene que corresponder a los dioses con iguales motivos: surge el sacrificio humano para perdurar la vida. (...) De todo el mito se deduce un ciclo muer - te-vida que forma una dualidad. (Matos, 1975, p. 53) De esta forma, los seres humanos que habían recibido vida mediante el sacrificio de los dioses debían corresponder con su propia sangre para mantener la vida y, con ello la estabilidad cósmica. Esta concepción ritual del sacrificio vida-muerte imperaba en el mundo mesoamericano precolombino, pero es en la civilización mexica en donde cobró una importancia fundamental y se extremó el sacrificio humano, base del mito inicial. El mito de la creación o la Leyenda de los Soles muestra la síntesis del sacrificio de los dioses para poner en movimiento el universo, ilustrando con claridad el papel estructurante del sacrificio y el equilibrio que este propicia al cosmos. El sol, para bri - llar, requiere la sangre de las estrellas; el día avanza solo si la noche es vencida; la vida 1 Cada 52 años, se realizaba la ceremonia del Xiuhmolpilli, donde se cremaba y enterraba un haz de 52 cañas, simbolizando la regeneración del tiempo y la continuidad de la vida y la muer te en un ciclo sagrado. 2 La leyenda narra el nacimiento y destrucción de los cuatro soles, el surgimiento del fuego, el naci- miento de los hombres, la astucia de Quetzalcóatl y la formación del Sol y la Luna, incluyendo relatos históricos relacionados (Matos, 1975).
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