Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
56 LOS MUERTOS MILAGROSOS Y LA FUNEBRIA Según el planteamiento hecho, la expresión de la muerte en los cementerios reúne un conjunto de características que transforman la sepultura en un “objeto ri- tual” complejo, muchas veces difícil de comprender y por ende de interpretar, no en su función, la que es clara, sino en la forma en que esta, mediante diferentes diseños, entrega al público diversos sentimientos. Dan cuenta de la individualidad del difunto al insertarse en ellas fotografías, expresiones de gracias, pequeños tableaux con relatos diversos, figuraciones religiosas de todo tipo y advocaciones, algunas conocidas y populares, otras no. Ofrecer cobijo en tumbas y sepulcros a difuntos en lugares que se han comple- mentado y ornamentado de manera especial forma parte de un sistema simbólico, de diseño estructurado y, por tanto, muchas veces repetitivo. Allí la imagen de los sujetos con respecto a la muerte, y la gratitud que tienen los vivos frente a ella, se expresa en una particular “imaginería” que viene en paquetes con temáticas seriadas, las que han sido impuestas por la comunidad particular a la que ellos pertenecen, y que en algunos casos pueden ser denominadas como “muertos milagrosos”. Popularmente, son definidos como aquellas personas que luego de su muerte hacen favores y milagros a los vivos, distinguiéndose así de los otros muertos. Fueron en vida personajes particulares, individuos normales o también extraordinarios; sin embargo, hay rasgos que los destacan dentro de la sociedad: han sufrido una muerte particular, una “mala muerte”. Es la muer te que implica por la forma del deceso o, por no cumplir con los rituales fúnebres tradicionales del grupo, un desorden social y un grado de impureza y contagio mayor hacia los vivos que la muer te “normal”. Se considera que una persona tiene una “mala muer te” cuando muere de manera espectacular o trágica (…) o de manera “anormal”(…), también las personas socialmente peligrosas o demasiado singularizados dentro de su comunidad, (…) per tenecientes a marginados sociales o de vida licenciosa (…) o porque mueren sin descendencia o sencillamente porque no se les hizo el ritual funerario acostumbrado. La “mala muer te” es un atentado contra la sociedad y la “sa- lud” de los individuos, requiere entonces un esfuerzo ritual y simbólico mayor que el acostumbrado en las muer tes comunes y corrientes. (Thomas, 1993, p. 230) El espacio en que se localizan los “muertos milagrosos” en los cementerios, es asumi- do por los creyentes con la ambivalencia que caracteriza:
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=