Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
54 La práctica de ofrecer rogativas no es una manifestación reciente, por el contra- rio, se conoce que esta costumbre tiene sus inicios en la cultura grecorromana, para luego desarrollarse en la cultura ibérica, especialmente en Andalucía, donde se tiene un número considerable de ofrendas votivas en bronce como respuesta a favores concedidos (Rodríguez, 1996). No obstante, esta práctica tuvo su auge en la Europa cristiana, especialmente en Italia durante el Quattrocento (Rueda, 2014). En este lugar, la antigua costumbre de dejar figuras anatómicas como objetos votivos se transformó en una forma de agradecimiento y adoración. Ello ha provocado que el acto de ofrendar un objeto que recordase una parte del “cuerpo sanado” se hiciera popular y se transformara en costumbre en España y Portugal. Estas advocaciones fúnebres continuaron por siglos en las colonias españolas; sin embargo, en el siglo XIX se produce un cambio en la forma de utilización de estos agradecimientos. La modificación consiste en una disminución del uso de estos agra - decimientos por parte de la clase alta, al mismo tiempo que ganan gran popularidad entre la clase baja y se convierten en un rito de fervor religioso característico de los estratos más empobrecidos de la sociedad (Rodríguez-Shadow, 2008). ACCIONES ROGATIVAS: ENTRE DIFUNTOS Y SERES SOBRENATURALES Mediante las acciones rogativas se establece una relación de intercambio des- igual, en donde la persona ofrece una petición a cambio de que el ser sobrenatural o “difunto milagroso” restaure la situación en la que se encuentra (la vida por una rogativa), creándose así un intercambio ritualizado rigurosamente regulado por nor- mas que ambos deben cumplir y respetar (González, 1986). Debido a que esta acción produce un intercambio altamente ritualizado, al momento de realizar la ofrenda se debe dar a conocer públicamente el favor solicitado o recibido. Hay que constatar las circunstancias de lo solicitado o de la acción benefactora obrada por el ser sobrena- tural o difunto para que todos los devotos puedan conocer las actuaciones milagrosas que realiza este personaje (Rodríguez, 1996). No obstante, hay que diferenciar dos tipos de personajes a los cuales se les rea- lizan ofrendas: los seres sobrenaturales que poseen dones para remediar situaciones, como la Virgen, Cristo, santos y beatos, entre otros, y los seres no sobrenaturales, entendidos como aquellos difuntos que han sido canonizados por el pueblo debido a sus dones intercesores, lo que cae dentro de un fenómeno conocido como “canoni- zaciones populares” (Ojeda 2013).
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