Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
        
 45 qué significa vivir con esa certeza. Esta mirada hace que su obra sea intensa y plena de significados, invitándonos a pensar en nuestra propia mortalidad. Dentro de su larga serie de películas, recogemos en este escrito el filme Gritos y susurros , obra que fue estrenada en el año 1972. La historia transcurre en una casa sola - riega sueca, a fines del siglo XIX, y narra los útimos días de Agnes (Harriet Andersson), una mujer que padece de un cáncer terminal y que es acompañada por sus hermanas Karin (Ingrid Thulin) y María (Liv Ullmann), junto a la fiel sirvienta Anna (Kari Sylwan). A través de esta historia, la enfermedad, el sufrimiento y la soledad se hacen presentes a través de los personajes y de la atmósfera que inunda la película. En este sentido, la muerte no solo se presenta como un hecho físico, sino también como un símbolo de las heridas emocionales que cargan las mujeres protagonistas del filme. La importancia del rojo en la cinta de Bergman es significativa; este color radi - caliza el dolor y la angustia que se respira en cada escena: Gritos y susurros es un recorrido simbólico por el color rojo, desde sus fundidos que inician y finalizan cada una de las historias de los personajes hasta cada rincón de la casa donde se desarrolla la película: paredes, alfombras, vestidos, cor tinajes, sofás... Todo compuesto por un rojo vibrante, aunque también angustioso, uno cargado de dolor y desesperanza. (González, 2019, p. 187) La agonía de Agnes marca la trama del filme y provoca en secreto una profunda repul - sión y horror en sus hermanas, esto genera un sentimiento de distanciamiento, el cual se revierte en el umbral de su muerte. Son ellas y la sirvienta quienes bañan, visten, peinan, dan a beber agua y ofrecen unos minutos de lectura a una mujer moribunda. Estos nobles gestos revierten la angustia y empatizan con el proceso de agonía que vive la mujer. La agonía precede a la muerte y es un proceso que se caracteriza por un sufri- miento intenso y prolongado. El cuerpo del agonizante experimenta dificultades para respirar, pérdida de conciencia, dolor, angustia y, en algunos casos, movimientos/expre- siones que reflejan la lucha del sujeto por seguir viviendo. Agnes, a lo largo de la película está plenamente consciente de que su cuerpo se está deteriorando desde adentro y nos muestra en cada escena el sufrimiento que esto conlleva. La expresividad y fuerza de las escenas de agonía nos conectan con el dolor del otro y con una lectura existencia- lista, que nos recuerda: “Estamos solos. Abandonados a nuestra suerte, sin esperanzas de redención ni vida después de la muerte” (González, 2019, p. 188). El director sueco nos propone la noción de doble muerte, la cual hace alusión al morir espiritual mientras que el cuerpo aún sigue vivo. Esta noción queda de mani- fiesto al inicio del filme cuando ya se percibe que el alma de Agnes ha partido, pero
        
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