Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte

43 A inicios del cristianismo y dando continuidad a la filosofía clásica, San Agustín nos confirma la sentencia con la que llegamos al mundo al señalar: Desde el instante en que comenzamos a existir en este cuerpo mortal, nunca dejamos de tender hacia la muerte. Esta es la obra de la mutabilidad durante todo el tiempo de la vida (si es que vida debe llamarse): el tender hacia la muerte. (San Agustín, 1958, p. 871) En atención a esta cita, podemos constatar que nuestra vida cada día disminuye, lo que nos enfrenta a una carrera inexorable hacia la muerte, hacia un efecto de sus- tracción de la vida. Por su parte, el humanista francés Michel de Montaigne nos propone una mira- da de la muerte que se aleja del miedo y del dolor; su objetivo era pensar una forma de habituarnos a su presencia. Desde su escepticismo nos señala: “Privémosle de la extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella. No tengamos nada tan a me - nudo en la cabeza como la muerte” (Montaigne 2007, pp. 112-113). El filósofo francés asevera que pensar en la muerte, tomar conciencia de ella, nos redime, nos enseña a vivir y a liberarnos del temor a la muerte. Complementando estas aproximaciones a la noción de muerte, Kant sostiene que esta nos sugiere un tránsito del tiempo a la eternidad, mejor dicho, un tiempo otro. Asimismo, señala que ningún ser humano puede experimentar la muerte en sí, solo puede percibir la muerte del otro. En este sentido, el temor a morir se traduce en el miedo a estar muerto, a verse muerto, “figurándose el cadáver, a pesar de que este ya no es él, como él mismo metido en el tenebroso sepulcro o en cualquier otro sitio análogo” (Kant, 1991, p. 70). Arthur Schopenhauer afirma que el miedo a la muerte es innato e irracional, al igual que la voluntad de vivir. Al respecto, el filósofo se pregunta por qué un animal huye cuando se siente amenazado: “Porque es pura voluntad de vivir y como tal está entregado a la muerte y quiere ganar tiempo. Exactamente igual es, por naturaleza, el hombre” (Schopenhauer, 2022, p. 517). Bajo esta premisa, la muerte se transforma en negatividad, amenaza y temor, sentimientos que nos hacen tomar conciencia de la muerte y de sus consecuencias, a través de nuestra diaria existencia. Friedrich Nietzsche asume la muerte como algo consciente, libre y a tiempo, en un instante en que el derecho a la vida se ha perdido, a saber: Morir con orgullo cuando ya no es posible vivir con orgullo. La muer te elegida libremen- te, la muer te realizada a tiempo, con lucidez y alegría, entre hijos y testigos: de modo que aún resulte posible una despedida real, a la que asista todavía aquel que se despide. (Nietzsche, 2002, p. 116)

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