Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
42 En vista de lo planteado, organizamos el escrito en cuatro apartados. En primer lugar, proponemos una aproximación a la noción de muerte con el objetivo de definir un marco teórico que nos permita abordar los casos en estudio. Luego analizaremos el filme de Ingmar Bergman con el fin de comprender la representación fí lmica de la agonía y la muerte en su obra. A continuación, examinamos la pintura de Caravaggio y su modelo de representación pictórica de la muerte. Finalmente, planteamos algunas reflexiones finales que buscan responder a las preguntas formuladas en el escrito. APROXIMACIONES A LA NOCIÓN DE MUERTE Hablar de la muerte ontológica, en cuanto separación del alma del cuerpo, nos permite iniciar esta revisión a partir de lo planteado por Platón en su diálogo Fedón . En este texto, se afirma que el conocimiento verdadero de las cosas, la sabiduría, se alcanza cuando el alma se libera del cuerpo: “y entonces según parece, obtendremos lo que deseamos y de lo que decimos que somos amantes, la sabiduría, una vez que hayamos muerto, según indica nuestro razonamiento, pero no mientras vivimos” (Platón, 1988, p. 45). Ante este planteamiento no existe el temor a la muerte, ya que el alma asciende al mundo de las ideas, transformándonos en seres inmortales/trascendentales. Por su parte, Aristóteles nos propone en su Ética a Nicómaco que “lo más temi- ble de la muerte es un término, y nada parece ser ni bueno ni malo para el muerto” (Aristóteles, 1985, p. 194). Este temor al deceso refleja una actitud valiente y noble, que nos permite confrontar una realidad para la cual no estamos preparados. Bajo una lógica distinta, Epicuro en su Carta a Meneceo nos recomienda no temer a la muerte, ya que esta se encuentra privada de sensación, no es nada; por lo tanto, no nos puede perturbar algo que no vamos a sentir. A este respecto, el filósofo griego señala: El peor de los males, la muer te, no significa nada para nosotros, porque mientras vivi - mos no existe, y cuando está presente, nosotros no existimos. Así pues, la muer te no es real ni para los vivos ni para los muer tos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, estos han desaparecido ya. (Epicuro, 2012, pp. 59-60) Esta mirada nos sugiere disfrutar la mortalidad de la vida y no angustiarse por aquello (la muerte) que nunca sentiremos, puesto que adolece de sensación. Mediante su éti- ca hedonista, busca el bienestar del cuerpo y el espíritu, la felicidad del sujeto evitando el dolor que nos provoca la muerte.
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