Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte
        
 35 —	Hasta el día de hoy siempre espero verlo caminando por cada rincón de su casa, jalando, empujando y arreglando cosas. Sus pláticas, sonrisas y bromas, porque él era un señor con mucha gracia y seriedad, una combinación que no se ve muy se - guido. Extraño las llamadas telefónicas y las cortas pláticas que él tenía, extraño sus historias de vida; extraño al señor que se quedaba mirando mi partida cada verano o Navidades. Lo extraño todos los días que pasan. La muerte puede ser cruel para el que se queda, no hay forma de llenar un espacio tan especial. —	No se sobrevive a la pérdida, se vive con la ausencia. Ya no está en cuerpo, pero sí está en esencia; está en todas partes, hasta en los lugares que no estuvo. —	El silencio es otra manera de vivir la ausencia, es otro modo de convivir con el dolor. Asumir que él ya no está siempre causa dolor. Cuando pedí a mis hermanos y hermanas que escribieran cómo han vivido la ausencia del ser querido, no sabía lo que vendría. A cada lectura me alineo con ellos, compren- do su sentir y, con ello, el sentir del mundo. REFLEXIONES FINALES La muerte de un ser querido siempre es un hecho sorpresivo, donde la ausencia es una nueva presencia. Por ello, considero que la presencia de mi padre está en su ausencia. El día de hoy me puedo referir a él como “energía cósmica” pensando que se encuentra en el universo, en las estrellas, en la tierra y el aire que respiro. Al mismo tiempo, comprendo que su cuerpo ya no existe, pero no por ello no está presente. “Ya está cerca la muerte, porque mis contemporáneos están muriendo”, decía mi padre. Sin saberlo, pero sabiendo, la muerte está latente todos los días y no se está listo para su venida. Sin embargo, la espera de la muerte para el sentenciado a muerte es no vivir, el que va a morir está a menudo en tal estado que las palabras silencio y soledad no tienen ya sentido para él (Jankélévitch, 2024). Es posible que aprendamos a morir viviendo bien para que, cuando la muerte nos sorprenda tengamos un poco de conciencia sobre su llegada y con ello tengamos una buena muerte.
        
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