Ars Moriendi: reflexiones en torno a la muerte

27 EVOCACIONES DE LA AUSENCI A HUBERTA MÁRQUEZ V I LLEDA La memoria es terriblemente frágil. Acudimos a ella en busca de respuestas, no solo las respuestas intelectuales. Queremos, le exigimos, le suplicamos, que también responda por nuestras vidas. (Aída Fuentes, 2018, p. 670) INTRODUCCIÓN Abordar un tema sensible del que se habla poco pero que es inminente en la humanidad es desarticular los hechos del pasado y articularlos en el presente; es re- construir las vivencias. Soy el recuerdo, soy lo vivido y soy la ausencia. En este sentido, traer a la memoria a un ser querido que ya no está es un homenaje, aunque al mismo tiempo evocarlo es una manera de referirse a lo ausente, a la no presencia física. No estar es no verlo, pero no es no sentirlo. Recordar es una experiencia humana que alude a mover las vivencias de lugar, significa colocarlas en la superficie de lo tangible, del aquí y del ahora. Volver a la memoria como recurso de encuentro es viajar en el tiempo como si la vida fuera una línea ondulada que atraviesa otras épocas. La ausencia se remite a la falta de o la inexistencia de algo; es reafirmar que sí hubo algo o alguien donde hoy aparentemente hay nada. Tal vez suene determinante “nada”, empero, solo es una manera de referirse a la señal de la ausencia de ese ser querido que ya no está, que se lleva en la palabra, en el sonido, en la naturaleza, en la música, en el corazón. Por ello, hablar de la muerte es un tema sensible, es hablar de un suceso trágico por excelencia que debe ser enfrentado de forma humana indepen- dientemente del cómo este hecho haya sucedido. La intención es que, bajo la creencia de que es parte de la vida, pueda sobrellevarse en medio de distintas configuraciones, donde el ritual es parte de una tradición y costumbre que se realiza como acción de una cultura que fomenta el acompañamiento en la consolación.

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