Las responsabilidades de los Estados frente a la crisis climática. Litigios globales y derecho internacional
12 Ezio Costa Cordella / Pilar Moraga Sariego cial profundo terminarían perjudicando, en última instancia, a los más vulnerables, especialmente a las personas en situación de po- breza, quienes suelen verse desproporcionadamente afectados por las crisis. Así, evitar transformaciones a gran escala se presenta co- mo un medio para salvaguardar el orden social. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo tienen una visión diferente y exigen un replanteamiento profundo de nuestra relación con la naturaleza, de nuestros modelos de desarrollo eco- nómico e, incluso, de la propia estructura de nuestras sociedades. Estas demandas de cambio transformador suelen ser calificadas de idealistas o poco prácticas y, en nombre del llamado pragmatismo, se dejan de lado. La narrativa dominante sugiere que la mayoría de las personas desea conservar las comodidades y avances de la mo- dernidad, que el capitalismo ha generado un desarrollo innegable y que bastarán pequeños ajustes para preservar el medio ambiente sin necesidad de transformar radicalmente nuestro modo de vida. No obstante, este supuesto pragmatismo omite la dimensión de justicia de la crisis climática. Desatender la justicia implica ignorar las desigualdades existentes y las formas de violencia arraigadas en el statu quo, las cuales ya generan inestabilidad y sufrimiento. Cen- trarse únicamente en la estabilidad sin abordar la justicia no solo perpetúa estas injusticias, sino que también aumenta el riesgo de un mayor malestar social a medida que las desigualdades se profundi- zan. Un verdadero pragmatismo frente a la crisis climática exige re- conocer que no es posible una transición sostenible y pacífica sin un compromiso con la justicia. Ignorar este elemento solo conduciría a nuevos episodios de inestabilidad, potencialmente más volátiles. Para abordar este problema desde una perspectiva verdadera- mente pragmática, surgió el concepto de justicia climática. La jus- ticia climática rompe con el dilema ideológico descrito anterior- mente y coloca los valores fundamentales en el centro del debate, al reconocer que el cambio climático es un problema social y ético profundo que agrava las desigualdades existentes.
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