Sequía y escasez hídrica: mejoras institucionales y regulatorias en materia de aguas
8 Págs. 3 - 28 C apítulo I: M edio ambiente y derechos humanos ANDRÉS PINTO ESPINOSA de desarrollarse de forma independiente, sin ninguna limitación externa, siendo el rol del Estado solo el resguardo de aquellas garantías y derechos individuales 16-17 . El liberalismo, en su desarrollo, va a tener como pilares diferentes pers- pectivas, tales como la ética, en donde se reconoce a cada ser humano como sujeto de derechos inviolables e inalienables; la política, en donde se ve al Estado como una creación de las personas, por lo que debe recono- cerlas y respetarlas; la antropológica, que establece esta idea de la libertad, de la capacidad de que cada ser humano pueda desarrollarse por su propia cuenta, y, por último, una perspectiva mercantil nos muestra un escenario en donde cada ser humano se relaciona con otro en base a la propiedad 18 . Otro elemento importante para considerar al momento de ver el naci- miento y posterior desarrollo de los DD HH es el auge del racionalismo como paradigma guía de la sociedad moderna. El racionalismo surge fi- nalmente como una respuesta a una época guiada principalmente por el misticismo, como lo fue la Edad Media. Desde aquí, lo que se generó fue una relectura de los sabios griegos y de lo que desarrollaron en torno al conocimiento, lo que desembocó en el rápido desarrollo de la ciencia en todas sus expresiones. De esta forma, C allicot nos señala que “no se- ría una exageración decir que la cosmovisión científica contemporánea es esencialmente griega, tanto en sus orígenes como en su carácter funda- mental” 19 . Esto es muy importante de considerar a la hora de establecer los lineamientos sobre los que descansa nuestra sociedad hoy en día. Así, sumado al liberalismo, entendemos que desde el racionalismo se funda esta división humano-naturaleza, tomado principalmente de los postulados de Heráclito, pero, por sobre todo, desde Pitágoras, quien, en las bases de sus ideas sobre la transmigración de las almas entre personas muertas y animales recién nacidos, y viceversa, le otorgaba una característica especí- fica al ser humano que lo diferenciaba o, más bien, lo retiraba del sistema natural, ya que el alma se considera algo extramundano y, por lo tanto, antiambiental. De esta forma, se va configurando poco a poco esta dualidad humano-naturaleza, ya que, como señala el mismo C allicot : 16 G allo (1986), p. 253. 17 H errera (1995), p. 1053. 18 H errera (1995), p. 1048. 19 C allicot (2017 ), p. 87.
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