Política y sociedad en Chile 2023-2024

Manuel Antonio Garretón y Silvia Lamadrid (Coords.) - 86 - apunta a buscar una justificación lógica para entender cómo se llega a una sociedad ordenada o, mejor aún, cómo se explica que los miembros de una so- ciedad acepten la existencia de un poder que limita sus libertades. Obviamen- te no se trata de imaginar que alguna vez se reunieron en el claro del bosque todos los humanos y acordaron y firmaron un contrato que estableciera un poder soberano que los dominara y garantizara la seguridad de todos, sino de un supuesto lógico que justifique la existencia de un poder al que se obedece. Más allá de los demonizados Maquiavelo y Hobbes, o de los santificados Locke y Rousseau, lo cierto es que todos coinciden en que el orden es ne- cesario y que requiere de la garantía de la fuerza física. Por cierto, se puede imaginar una armonía general que descanse en la buena voluntad basada en el diálogo exento de toda coacción donde todos aceptan el mejor argumento; pero fuera de la imaginación no se conoce algo así. La explicación más realista para que ocurra el contrato que establece el poder soberano es posible que la den los demonizados Hobbes y Maquiavelo, que ven en la naturaleza humana “poca humanidad”, lo que lleva a ineludibles conflictos de intereses, de lucha de todos contra todos que terminaría con la especie humana. De manera que es necesario generar un poder que tenga la fuerza suficiente para establecer un orden de convivencia que sea respetado. Como es sabido, la justificación inicial del orden está en el ámbito de lo que actualmente se conoce como “seguridad”, frente a la agresión de otros, pues lo primero para asegurar la supervivencia es garantizar la vida e integri- dad física y la posesión de los bienes necesarios para la subsistencia, lo que se extenderá a la propiedad en general. La acumulación de recursos de poder por la autoridad le permitirá garantizar todo eso y atribuirse la solución de los conflictos que se planteen entre particulares. En cierto sentido, el tema del orden que adquiere mayor relevancia en la actualidad pareciera tener mucho que ver con esa garantía de convivencia pacífica que está en su origen. Más allá de cuestionamientos al orden que son propios del conflicto político regular, como puede ocurrir en el ámbito de la educación, de la salud, de la economía, de las política públicas, de la justicia distributiva y de tantos otros, el tema del orden se presenta ligado a problemas de delincuencia, crimen organizado, narcotráfico y a la inmigración que se cree ligada a todo tipo de desórdenes al respecto. Basta vivir en Chile para darse cuenta del extendido temor de la población por la delincuencia en general. No es necesario ver la tele, se lo va a contar el vecino. Por otra parte, incluso para quienes le tenemos poquita fe a las encues- tas, el hecho de que sean unánimes en señalar el cambio en la definición que dan los encuestados sobre lo que consideran los mayores problemas del país, desde Salud, Educación y Pensiones a Crimen Organizado, Delincuencia y

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