Política y sociedad en Chile 2023-2024
- 49 - Después de la tormenta… el acierto Rodrigo Asún Es evidente que una encuesta política, aunque sea hecha con la mejor buena voluntad y búsqueda de la precisión por parte de sus productores, se puede equivocar al hacer una predicción electoral, evento que es más probable cuan- to más compleja sea la situación electoral a predecir y las condiciones existen- tes para obtener respuestas válidas del universo de ciudadanos. En el Chile actual las condiciones para obtener respuestas válidas de las personas son más complejas que antes: a) Existe un sistema político más di- verso e inestable que el de años atrás, producto tanto del aumento del número de partidos políticos, como de la decadencia de algunos partidos tradicionales cuyas posiciones políticas eran más estables; b) Las personas se han alejado y desconfían más del sistema político institucional, lo que las hace más re- nuentes a contestar encuestas electorales; c) La desideologización mayoritaria convierte las elecciones individuales en más fluctuantes y difíciles de predecir, entre otros factores. Justamente dentro de los factores contextuales que más complejizan la pre- dicción electoral está el cambio de sistema electoral. En Chile se pasó en pocos años desde un sistema de inscripción voluntaria con voto obligatorio, a otro de inscripción automática con voto voluntario, para finalmente llegar hace un par de años a un sistema de inscripción automática con voto obligatorio. La consecuencia de estos cambios es que el “universo” de votantes cuyo comportamiento se quiere predecir cambia radicalmente. En el primer mo- delo electoral la predicción es más simple, pues solo está inscrita una parte de la población, que justamente tiende a ser la más interesada en política, la que más contesta encuestas electorales y la más conocida y estable en sus preferencias. Cuando la inscripción es universal, pero el voto es voluntario, la predicción se complejiza, puesto que hay que predecir al “votante probable”, es decir, en la práctica no interesa la opinión de toda la población, sino solo de quienes efectivamente van a ir a votar, decisión que no siempre es fácil de anticipar a partir de las declaraciones explícitas de las personas. Cuando se instauró este segundo modelo muchas encuestas electorales fallaron sus pre- dicciones, generando una conversación pública y académica respecto de la “Crisis de las Encuestas”. Con el paso del tiempo y con ciertas dificultades, las empresas encuesta- doras fueron capaces de calibrar a este “votante probable”, pues sus errores
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