Política y sociedad en Chile 2023-2024

- 161 - La política de los lotes y el “despelote” Rodrigo Baño Hay horas, días, años y siglos, cuya existencia podría olvidarse sin grave pér- dida. El recién recorrido 2024 puede considerarse uno de esos, aunque no faltará el porfiado que le busque la quinta pata al gato. Puede que el especta- cular estallido de 2019, la novedad del clarinete juvenil revolucionario y las fantasías constitucionalistas de los años siguientes dejaran la valla muy alta en cuanto a novedades y sorpresas, tanto, que pareciera que este año 2024 sale sobrando. Pero ahí quedó, para que podamos entrar al carnaval de las especu- laciones sobre este 2025 que estamos pisando. Ahora tenemos proyectadas elecciones generales de presidente y Congreso y todos los analistas se embarcan en las hipótesis sobre qué es lo que va a pasar ahí, pues se supone que toda la política estará orientada por ese evento. La gente seria hace apuestas. El espectáculo electoral que se avecina como punto de fuga del año, aun- que posiblemente se centre en los atributos y debilidades personales de quie- nes postulen a quedarse con el Sillón, vuelve a poner en la mesa el problema de las matemáticas, en cuanto a sumas que restan, divisiones que multiplican y otras operaciones usuales en la competencia por llegar al sillón presidencial y a las sillas parlamentarias. Esto se cruza con un interesante debate levantado desde hace algún tiem- po, y también relacionado con las matemáticas, respecto de cuantos son mu- chos y la conveniencia de que los muchos sean pocos. Naturalmente se trata de los partidos políticos. Esto último se refiere a lo planteado tímidamente o gritado enfáticamente en cuanto a institucionalidad política. Como a veces una chispa puede incen- diar una pradera, puede ser interesante fantasear acerca del destino de un tema tan antiguo como la política, como es la posibilidad de una reforma, que en una de esas agarra carácter incendiario. Aunque al respecto no hay que tener expectativas exageradas, pues no está planteado transitar hacia la monarquía o el imperio, establecer una dictadura comisaria o simplemente proclamar la anarquía; tampoco la democracia directa, el sorteo de los cargos públicos o la recurrencia al oráculo. Por el momento, los murmullos en el ciberespacio solo sugieren una manito de gato para simplificar la contabilidad de los votos y apresurar la toma de decisiones.

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