Política y sociedad en Chile 2023-2024

Manuel Antonio Garretón y Silvia Lamadrid (Coords.) - 158 - entonces el voto de rechazo de dicha propuesta como una extensión del recha- zo a las élites, cambiando solo el rostro de quienes las encarnan. En este marco, ¿qué espacio queda para la existencia de un movimiento y proyecto colectivo? Cualquier análisis sobre la posibilidad del surgimiento de un proceso de transformación social debe considerar que el fracaso del proceso anterior es reciente y está dentro de las experiencias vitales de toda la sociedad, por lo que es muy difícil que se embarquen en ello grupos muy amplios de la población. Quizá los únicos que podrían tener la motivación para embarcarse en algo más ambicioso son ciertos grupos de activistas, especialmente aquellos que atribuyen la derrota del proyecto a la hegemonía comunicacional de los poderosos y a otros factores exógenos, con lo que no han perdido tanta moral como el resto de la sociedad. Es decir, solo dentro del estrecho margen de los activistas más convencidos parece haber espacio para movilizarse y presionar por cambios sociales profundos. Por supuesto, permanece el malestar gene- ralizado con la situación actual, pero es improbable en el futuro inmediato el surgimiento de algo realmente masivo. En otros términos, podría haber intentos de movilizar a la población, pero posiblemente estos esfuerzos no lograrán convocatorias amplias, sino más bien focalizadas, lo que hace apare- cer el riesgo de que cualquier desorden pueda ser fácilmente capitalizado por el discurso del orden que tanta importancia tiene para parte sustantiva de la población hoy en día. La mayoría de los chilenos y chilenas pareciera estar orientándose hacia demandas más acotadas y materiales, y sobre todo de orden, que no pueden desatenderse. Como se indicaba al comienzo, el aumento de la inmigración y de los crímenes violentos, más la presencia del narcotráfico, son expresiones de desorden que son vistos como los grandes problemas que enfrenta hoy el país, superando a los temas sociales, por los que se había luchado tanto previa- mente. Dicho de otra manera, lo que conmueve la opinión pública hoy en día es la demanda por orden, y por tanto existe la posibilidad de que ante algunos movimientos de protesta que no sean capaces de construir previamente un proyecto colectivo, ni posean una organización o un liderazgo, muchas perso- nas lo interpreten como simple desorden, facilitando o haciendo más probable que aparezca en reacción un proyecto o movimiento conservador poderoso. Esta demanda de orden también se extiende a la situación actual que atra- viesan algunas universidades, entre ellas la Casa de Bello. En el movimiento estudiantil de la universidad también se observa la ausencia de organizaciones y proyectos colectivos. La acción colectiva universitaria es, sabemos, bastante minoritaria, aunque históricamente el movimiento estudiantil siempre lo ha sido, en mayor o menor grado, incluso para la Reforma Universitaria de 1968. Sin embargo, hoy en día los quórums de votación son constantemente rebaja- dos al no poder alcanzarlos y los paros son muchas veces aprobados por bajos

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